RICARD CABOT. PALMA. El sueño de disputar la final de Copa se esfumó en las botas de Martí. A los cinco minutos de la segunda parte, y con un gol a favor de los rojillos, el mallorquín lanzó un penalti de forma pésima, como nunca se debe tirar, por el centro y rasa, dando todas las facilidades al portero de turno, ayer Pinto. El Mallorca cayó con la cabeza muy alta ante un Barcelona que definitivamente atraviesa por una crisis de padre y muy señor mío. El equipo rojillo puso muy nervioso a su afamado rival y obligó a Guardiola a utilizar a su buque insignia, Leo Messi, para pasar de la mejor manera posible la mala noche que pasó ayer.
Tanto Manzano como Guardiola dejaron sus mejores armas en el banquillo o en la grada. El técnico mallorquinista pensando en el partido del domingo ante el Betis. La Copa está muy bien, es un torneo que gusta por los recuerdos que trae, pero donde el Mallorca se juega su presente y su futuro es en la Liga. Del equipo titular de ayer, posiblemente sólo cuatro de ellos -Navarro, Corrales, Martí y Arango- jugarán de entrada el domingo ante el conjunto sevillano. Por su parte, el técnico azulgrana debió pensar que con un buen número de suplentes sería suficiente para superar el trámite y plantarse en la final del 13 de mayo ante el Athletic de Bilbao.
Hasta el golazo de Castro al filo del descanso apenas pasó nada interesante. El Mallorca lo intentaba, pero sin peligro sobre la portería de Pinto, ayer titular bajo los palos. El Barcelona lo intentó en un par de ocasiones, la primera a los dos minutos en una gran jugada del reaparecido Iniesta que desbarató Lux, rescatado del banquillo. Absolutamente nada más ocurrió en una primera parte que arregló Castro. El uruguayo, un auténtico fiasco desde que fichara por el Mallorca, demostró a su afición que posee una zurda nada desdeñable. Cuando el árbitro, un Rubinos Pérez excesivamente protagonista, miraba el reloj para señalar el final de la primera parte, Webó dejó en corto a Castro quien, desde fuera del área, conectó un disparo que se coló en la escuadra de la portería de Pinto. Un golazo con mayúsculas que ponía emoción a una eliminatoria que parecía claramente decantada para los azulgrana.
El Barça, aunque descafeinado en su alineación, repitió punto por punto los defectos que ha venido exhibiendo en los últimos partidos: poca intensidad defensiva, pésimo en la concepción de la jugada -se notó la ausencia de Xavi- y demasiado inocentes en ataque. Guardiola debe tener más claro desde ayer que Bojan y Hleb no se merecen jugar de titulares.
El técnico barcelonista no tocó nada en la reanudación. Confió en los mismos, pero a diferencia de la primera mitad, estaban obligados a estar mucho más atentos, más tensionados. Otro gol del Mallorca igularía la eliminatoria. El partido pudo cambiar a los cinco minutos cuando Cáceres cometió una clara falta sobre Castro cuando éste se disponía a rematar. Rubinos no dudó: penalti y expulsión del central barcelonista. Todo iba a pedir de boca de los rojillos. El sueño estaba muy cerca de cumplirse. Con toda la segunda parte por delante en superioridad y a punto de igualar la eliminatoria. Pero Martí falló el penalti y gran parte de las ilusiones se fueron al carajo.
La superioridad numérica sólo duró trece minutos, el tiempo que estuvo el árbitro en mostrar la segunda amarilla a Josemi por una falta a Messi al borde del área. El argentino acababa de entrar al terreno de juego y ya la había armado. Consiguió equilibrar el partido, al menos numéricamente. Su presencia en el campo impone respeto. Los defensas mallorquinistas tuvieron que poner los cinco sentidos para frenar al que posiblemente es el mejor jugador del mundo.
Lo cierto es que, con la entrada de Messi, el Barcelona, sin hacer excesivo ruido, llevó el control del partido. Tampoco es que inquietara a Lux, pero el balón rondaba más las inmediaciones del área mallorquinista que la barcelonista.
Cambios
Con la expulsión de Josemi, Manzano quitó a Mario y dio entrada a Cléber. Martí pasó al lateral derecho. Sólo estuvo allí diez minutos, hasta que Scaloni entró por Castro en un cambio más que discutible de Manzano. El uruguayo estaba enchufado al partido. Había marcado el gol y provocado el penalti. Se le veía con ganas. Sólo el cansancio de un futbolista acostumbrado a jugar poco explicaría la decisión del técnico andaluz. También pareció demorarse con la entrada de Aduriz, pero el partido del Betis pesaba demasiado.
La eliminatoria seguía estando viva. A un gol de forzar la prórroga que el equipo se había merecido. Pero lo que llegó fue el gol del empate en una jugada tonta. Piqué se quitó de encima un balón desde la defensa y Navarro, en lugar de despejarlo, realizó una pirueta extrañísima. No sólo no tocó el balón sino que dejó que le sobrepasara. Con la mala fortuna de que por allí pasaba el más listo de la clase, Leo Messi. Se plantó ante Lux y con un toque suave elevó el esférico por encima de su compatriota. Empate a un gol. Eliminatoria sentenciada. Los diez minutos que quedaban eran para la basura, con el Mallorca rendido y el Barça esperando únicamente al pitido final.
El partido de ayer deja claro varias cosas: que el Mallorca está vivo. No es el equipo que deambulaba por los campos durante la primera vuelta. Ahora parece que sabe a qué juega. Y defensivamente -error de Navarro al margen- ha mejorado como de la noche al día. Y es desde la defensa donde se empiezan a ganar los partidos.
Por lo que al Barcelona se refiere, Guardiola tiene motivos para estar preocupado. El técnico azulgrana siempre dice que el equipo se levantará. Pero por calidad debe hacerlo de otra manera. Fue superado durante muchos minutos por un Mallorca claramente inferior. Ayer voló a Barcelona con la final de Copa en el bolsillo, pero tal vez con más dudas que antes de empezar el partido. El Mallorca, por contra, sale reforzado. La Copa es historia. Viva la Liga.
FUENTE DIARIO DE MALLORCA.
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