SEBASTIÁN CANDELA ¿Cómo se explica que un equipo que juega bien y que gana 2-0 a la media hora pierda el partido por 5-6? ¿Cómo se entiende que el Eivissa encaje seis goles en una hora? ¿Es normal que los jugadores decidan aplicar un sistema de juego sin contar con su entrenador? ¿Qué le pasa a un equipo que encaja un promedio de casi dos goles por partido? ¿Qué le ocurre a una plantilla que ha ganado 4 partidos de los 28 que ha jugado? ¿Cómo puede entenderse que hayan fracasado tres entrenadores con estos jugadores? ¿Es normal perder marcando cinco goles en tu propio campo? Son muchas preguntas, es cierto, pero hay una respuesta para todas las interrogantes y la dijo el centrocampista deportivista Juan Carlos Sanz el sábado en Diario de Ibiza: «A la afición le vendieron una moto al principio de la Liga. A ver si salvamos la categoría y empieza un proyecto no serio, sino real, porque a lo mejor se ha vendido aquí mucho humo de equipazo y si estamos ahí abajo no es porque seamos un equipazo».
Efectivamente, el Eivissa no es un equipazo, es una moto con las ruedas pinchadas al que le espera el infierno de la Tercera División. No hay equipo para más y ayer se volvió a demostrar, perdiendo un encuentro que ganaba claramente a la media hora de juego.
El Eivissa salió muy centrado, jugando por las bandas y con muchas ganas. Sa Deportiva estaba ´enchufada´ en el partido y en el minuto 12 llegó el primer gol obra de Raúl Rodríguez tras una excelente por su banda.
El público animaba sin desmayo al equipo y un cuarto de hora después llegó el 2-0 tras marcar Juan Carlos Sanz de penalti.
Era la primera vez que el equipo ibicenco tenía tanta ventaja en tan poco tiempo, pero se le fundieron los plomos y permitieron que el Osasuna, que no había hecho absolutamente nada, marcara el 2-1 tras un fallo incomprensible de la defensa local. Era el minuto 36
Aparecieron los primeros nervios, pero no los últimos porque sólo siete minutos después llegó el empate visitante tras otro despiste de los hombres de atrás, ayer totalmente desconocidos.
Así se llegó al descanso. El Eivissa había jugado bien 30 minutos y los pamploneses empataron con dos jugadas aisladas por los errores de marcaje en el área local.
La segunda parte se esperaba con impaciencia y con la seguridad de que el equipo pitiuso, espoleado por los aficionados, reaccionaría y se adelantaría en el marcador. Error, grave error.
No se sabe bien por qué, los jugadores del Eivissa adelantaron su línea defensiva y permitieron que el conjunto visitante jugara a placer al contragolpe y fruto del primero de ellos llegó el 2-3. Era el minuto 53, pero el desastre aumentó sólo cuatro minutos después cuando Vega, que acababa de salir, subía el 2-4 al marcador y provocaba que algunos aficionados empezaran a abandonar Can Misses a pesar de que faltaban todavía media hora de juego.
El torrente de oportunidades continuó en los siguientes diez minutos, cuando el Osasuna pudo marcar hasta tres goles más, pero fue Pisano el que marcó el 3-4. El partido estaba totalmente loco y roto y más cuando Galán estableció el 3-5.
Los aficionados no daban crédito a lo que estaban viendo ni tampoco entendían cómo la defensa local seguía suicidándose con sólo dos hombres atrás sin que el técnico Alfredo lo hubiera ordenado.
Pisano marcó el 4-5 en el minuto 88 y Galán subió al marcador el 4-6 en el descuento, pero para redondear al locura Raúl Rodríguez marcó su segundo tanto y establecía el 5-6 definitivo.
Fue, sin duda, una locura de partido, en el que sa Deportiva sacó de quicio a los aficionados, que no entendían cómo pudo jugar tan mal y con tanta ligereza cuando estaba en juego la permanencia en Segunda B. Ahora la salvación está a siete puntos, demasiado lejos para una plantilla que ayer avergonzó a sus aficionados.
FUENTE DIARIO DE IBIZA
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