Los deportivistas jugaron uno de sus peores partidos y la semana que viene pueden ser matemáticamente de tercera división.
SEBASTIÁN CANDELA
Sa Deportiva sigue matemáticamente en Segunda B, pero puede decirse que en la realidad está ya en Tercera División tras la dolorosa derrota de ayer ante el Terrassa. Milagros como el que necesita para salvarse son utópicos. El conjunto de Vila puede ser equipo de Tercera oficialmente la semana que viene si pierde en Gavà y ganan sus rivales más directos. No hay más. Puede ser que la agonía se retrase otra semana más, pero los de Vila están totalmente desahuciados.
El descenso de categoría de los deportivistas no es ninguna injusticia, como reflejan sus vergonzosos números. Un equipo que gana cinco partidos en 33 jornadas y ninguno fuera de casa sólo tiene un destino: el descenso y es lo que le espera al bloque deportivista la semana que viene o la otra. Da igual. Está descendido.
La contienda de ayer era importantísima. Estaba en juego la última oportunidad para salvarse, pero esta lectura solamente la hizo el Terrassa, que salió a por todas para conseguir los tres puntos y de hecho lo consiguió, mientras que el Eivissa ofreció una pobrísima impresión de principio a fin. ¡Vaya partido de todos los jugadores! Sin excepción.
El encuentro empezó con un buen remate de cabeza de Juan Carlos Sanz que salió fuera por poco. La afición se ilusionó tras la primera jugada, pero duró poco. Exactamente cuatro minutos, cuando Blas remató de muy cerca a las manos de Moreira.
Era el primer aviso de lo que llegaría después, exactamente en el minuto 18, cuando el Terrassa hizo una gran jugada que culminó en gol José Ramírez.
El tanto chafó al Eivissa, que bajó los brazos y se dedicó a deambular por el campo sin rumbo ante la desesperación del técnico Alfredo, al que le hubiera gustado cambiar a todo el equipo o, mejor, irse a su casa directamente.
Este desbarajuste lo aprovechó el conjunto catalán en el minuto 26, cuando José Rodríguez le hizo un inaceptable penalti a Blas que Peque se encargó de materializarlo en gol. Era el 0-2. Aquí se acabó el partido y la historia.
Todo lo que pasó hasta el descanso fueron imprecisiones e indignación de los aficionados, que otra vez acudieron a Can Misses para ayudar al equipo, pero de nuevo los jugadores se ´borraron´ de un choque en el que ni siquiera fueron capaces de compensar su falta de calidad con esfuerzo, ganas y sacrificio.
La segunda mitad tampoco valió de nada. El encuentro se había acabado mucho rato antes y lo que hicieron los dos equipos fue disimular. Los tres puntos tenían dueño y el envite se convirtió en un simulacro. ¡Vaya tostón! Fue el comentario de una mujer que seguro que no había ido a un campo de fútbol más de tres veces en su vida, con lo que está todo dicho. Se fue en el minuto 70.
Así se llegó al final del encuentro. Desastroso partido y justa derrota de un Eivissa que no jugó a nada. El día que los jugadores lo tenía que dar todo no dieron nada, sólo vergüenza. Aquí los únicos que han puesto algo son los aficionados y seguidores.
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