El Sporting vuelve de Burgos optimista y confiado en pasar

Mario Mora. El delantero del Sporting, en la jugada que valió el segundo gol para su equipo
Mario Mora. El delantero del Sporting, en la jugada que valió el segundo gol para su equipo

La expedición mahonesa retornó de Burgos anoche tras el largo viaje con sensaciones encontradas. Por un lado, la inmediata tras el partido pero que se fue apaciguando ante el convencimiento en las propias fuerzas: todos hubieran firmado un empate a dos antes del encuentro, pero teniendo un franco 0-2 a falta de cuatro minutos para finalizarlo, el regusto amargo era muy fuerte y justificado. El vestuario se quedó algo tocado tras el golazo del local Txitxo, una falta, además, que quizá un equipo más experimentado no hubiera cedido.

Precisamente, y con el ánimo de buscarle otro «pero» al buen partido que hizo el cuadro de Joan Esteva, un equipo con más experiencia hubiera sido capaz de controlarlo, de gestionar mejor el «tempo» del juego. De la misma manera que el primer gol de Jeroni atemperó el ímpetu inicial del Burgos, y el tanto de Mario Mora en el segundo tiempo hizo lo mismo con la lucha burgalesa en pos del empate, no controlar el duelo a base de todas esas tretas que da un equipo asentado fue una de las causas de un empate que, hay que reiterarlo, todo el mundo hubiera firmado antes de jugarse el encuentro en El Plantío.

El Burgos no fue mejor
Dicho esto, lo que quedó meridianamente claro es que el equipo que entrena el vehemente técnico Javier Álvarez -su rueda de prensa post-mach fue ilustrativa y se muestra convencido de ganar en Bintaufa e incluso de ascender, a pesar de arrogarse el encubrimiento de ser un equipo «más modesto»- no demostró ser mejor que el Sporting.

La previsión de que los burgaleses eran una formación de fútbol directo, de corte defensivo y apoyado en ataque en la estrategia a balón parado, quedó totalmente corroborada. Pocos argumentos técnicos se pudieron apreciar en el equipo local, e incluso la prensa de Burgos destacó la inmensa suerte que tuvo su equipo con el empate in extremis, algo que también reconoció el técnico local.

Es por ello que, una vez superado el golpe de no poder ganar un partido que se presentaba franco, el colectivo mahonés apela al optimismo y a la confianza con todo el derecho. Primero porque, a pesar de todo, el resultado es bueno: al Burgos no le vale el empate a cero, ni a uno, e iguala la eliminatoria con empate a dos. Es decir, necesita marcar imperiosamente, abrirse. Y ante un equipo que sabe mimar el balón, que busca las combinaciones y los espacios con rapidez y que tiene a varios jugadores en muy buen momento -Rubén o Mourad, por ejemplo- eso parece ser muy bueno. Aunque es muy posible que siga mostrando una carta conservadora y calcule un 1-0, por ejemplo.

El segundo punto a tener en cuenta es el factor campo. El Sporting se lo ganó con el subcampeonato y en Burgos se demostró la fuerza anímica que supone el tener a la afición a favor. Los cinco mil aficionados locales no llenaron el histórico Plantío porque ese foro ya algo anticuado es, simplemente, muy grande. Pero la fuerza con que animaba -y protestaba, también a su propio equipo- la grada castellana casi que empujaba a su equipo a la machada.

En Bintaufa no puede ser diferente. En un campo más «terrenal», está claro que, en teoría, siempre habrá menos capacidad que en El Plantío, pero el efecto psicológico y de presión de poder juntar a más de 2.000 espectadores en Bintaufa es algo que en un partido de estas características, con la tensión de jugarse algo tan importante como pasar otro escalafón de una Promoción de Ascenso a Segunda B, no es nada para dejar de lado en absoluto.

DIARIO DE MENORCA

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