2-5.- Arrolló a Bosnia Herzegovina con una exhibición primorosa y goles de Piqué, Silva, Negredo, dos, y Mata.
Jugó tan bien, tan bien, tan bien, Iniesta que el público le despidió con una fortísima ovación, puesto en pie.
Los vientos de las tradiciones suelen cambiar con el paso del tiempo. A veces ésa transformación es accidental, pero en otras ocasiones las cosas cambian porque algo o algunos hacen que cambie. Los partidos entre España y Bosnia-Herzdegovina han sido tradicionalmente encuentros ásperos, choques en los que hay que fajarse mucho y durante mucho tiempo, encuentros de marcadores cortos, de ocasiones ajustadas, de suspiros para mantener ventajas o para que los duelos se alarguen. Son, en definitiva, encuentros de pulso fuerte, equilibrados, emocionantes.
España llegó a Zenica, donde ya conocía de la pasión del público, con todo resuelto, pero decidida a mantener el honor y a hacerlo ante una presencia que se lo merecía: un par de centenares de militares españoles destacados en Bosnia. Un equipo no juega mejor o peor porque haya doscientos de los suyos en las gradas. Eso puede animarle. Pero lo que cambia los signos de la historia, lo que altera los pulsos de siempre es lo accidental, si es puntual, o la superioridad. Y la España de anoche en el Bilino Polje fue, salvo en diez minutos del primer tiempo, enormemente superior a Bosnia-Herzegovina en todos aquellos asuntos futbolísticos que deciden, salvo sorpresa, quien gana y quien no gana. Aunque hasta llegar a eso tuviera que sufrir el apretón habitual de los jugadores locales.
La selección jugó en Zenica un cuarto de hora de lujo, otro cuarto excelente y otro de apuros, el primero, en la primera mitad, hasta el asentamiento en el campo, resbaladizo y pesado. En éste último, es decir, de salida, Bosnia respondió exactamente a lo que de ella se temía: atacó con fuerza, achicó los espacios en el centro y aprovechando el talento de Misimovic y Dzeko puso en serios apuros a España. En poco más de cuatro minutos, los que van del seis al diez, Dzeko, primero, y Misimovic, después, obligaron a Casillas a demostrar como se las gasta. Bosnia mandaba en el centro y la impresión era, en efecto, que aquello podría tener el mismo cariz de siempre.
Pero, inesperadamente, cuando más fuerte se sentían los bosnios y más vehementes sus aficionados, Riera botó una falta desde el lado izquierdo que acudió a rematar medio equipo español. Sobre todos emergió la cabeza de Piqué que dejó sin opciones a Supic. El mazazo del gol obró un efecto demoledor. Un minuto más tarde, en el comienzo de la explosión de juego de la selección española, Negredo, debutante como titular, vio a Silva y le colocó un espléndido balón. El canario recogió el cuero se presentó ante el guardameta bosnio y le batió por bajo. Con el 0-2 en el marcador, España dio comienzo a un recital de juego nunca visto ante Bosnia-Herzegovina e infrecuente ya por esos campos, juegue uno contra quien juegue, un fútbol que dejó boquiabiertos a los jugadores bosnios e inmediatamente a los suyos. La selección convirtió el fútbol en una exquisitez, en un producto de suma delicadeza, ajustado el toque, imposible de contrarrestar cuando los volantes encararon el área del atribulado guardameta Supic, soberbios todos. España brilló tanto que hasta los apasionados seguidores locales tuvieron que admitir su superioridad, que si no se tradujo en más goles antes del descanso fue por centímetros, que no por alta de juego, de luz en un fútbol prodigioso, en el que Iniesta y Silva ejercieron como auténticos catedráticos.
Podía haber ocurrido que Bosnia-Herzegovina jugara las pocas fuerzas que le quedaban para reducir distancias en la segunda mitad, pero esas fuerzas nada podían, deshechas por el vendaval español que encontró a los 49 minutos otro de sus puntos de oro de una noche primorosa: Iniesta, primoroso, enlazó una de sus múltiples jugadas mágicas con otro de los hombres del día, Silva. Se giró éste y se dio cuenta de que Negredo estaba donde debe estar un ariete. Allí envió el balón para que el hoy sevillista se girara y facturara el soberbio tercer gol de España. Cinco minutos después, Iniesta cruzó un balón larguísimo que el propio Negredo engatilló bajo los palos entre el estupor de todos.
El partido no acabó ahí. Mata selló el quinto de España y cuando todo daba la impresión de estar acabado y más que bien acabado, Bosnia Herzegovia echó el resto y palió su tremenda inferioridad. Fueron dos acciones aisladas y aunque eso no le permitió más que reducir el estrépito del aluvión fue un regalo para los suyos. España cerró así la fase de clasificación con una goleada imprevista y con su “otro” equipo una fase de clasificación excepcional que se merecía el broche de oro que tuvo. En una noche que acabó con agua nieve y frente a un enemigo de los que nunca se rinden la selección consiguió un triunfo resonante más por la forma en que se produjo que por su rotundidad. Fue uno de esos partidos que uno guarda para el recuerdo, que pudo ganar aún con más contundencia, un partido para no olvidar, de ratos soberbios, individual y tácticamente perfecto, con Iniesta y Silva, al mando; con una tropa a la que homenajearon españoles y bosnios, lo que lo dice todo. No es normal que una afición contemple como los suyos caen desarbolados y que se ponga en pie para rendir tributo a los que han causado tal desaguisado.
Pero eso ha pasado en Zenica.
Ficha técnica.
Resultado: Bosnia-Herzegovina, 2 (Dzeko y Misimovic) ; España, 5 (Piqué, Silva y Negredo, dos, y Mata).
Goles.
0-1 (12’). Falta que bota Riera desde la izquierda y que cabecea Piqué.
0-2 (13’). Negredo mete en profundidad a Silva, que se planta ante Supic y le bate por bajo.
0-3 (49’). Iniesta enlaza con Silva, éste, con Negredo, que se revuelve y marca.
0-4 (54’). Centro largo de Iniesta que caza en el segundo palo Negredo.
0-5 (88’). Magnífico pase de Riera con el exterior del pie que remacha Mata.
1-5 (89’). Zurdazo de Dzeko, que supera a Casillas.
2-5 (91’). Misimovic sorprende a a Casillas con un derechazo.
Alineaciones:
Bosnia-Herzegovina: Supic; Muratovic (Vladavic, 66’), Jahic (Damjanovic, 46’), Spahic, Nadarevic; Pjanic, Rahimic, Misimovic, Salihovic (Bajramovic, 73’); Ibisevic y Dzeko.
España: Casillas; Iraola, Piqué (Ramos, 76’), Albiol, Capdevila; Busquets; Silva (Mata, 81’), Xabi Alonso, Iniesta (Senna, 66’), Riera; Negredo.
Árbitro.- El colegiado austríaco Konrad Plautz. Amonestó a Iniesta a los 64 minutos.
Incidencias. Estadio Bilino Polje. Casi lleno. En torno a 16.000 espectadores, de ellos dos centenares de militares españoles, en misión humanitaria en Bosnia-Herzegovina, que animaron incansablemente a la selección española y que hicieron ondear una veintena de banderas de España. El público aplaudió su presencia en el campo y con gran cariño el himno español. Noche fría.
RFEF
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