Me viene a la memoria el 7 de Diciembre del año pasado y la derrota frente al Recreativo que supuso la decisión de dejar la presidencia Vicente Grande. El equipo tenía trece puntos y estaba instalado al borde del descenso. Los días siguientes fueron un torbellino de noticias, de rumores sin cesar, de inquietudes manifiestas y de un principio de romper todas las normas básicas de un club de fútbol que ha terminado su final, la pasada semana con la publicación en tres medios de comunicación distintos los salarios de todos los trabajadores del club. Todo en un año. Se dice pronto.
Pero en este mismo periodo el equipo tuvo y sigue teniendo una metamorfosis espléndida. Ese gran vestuario que tenemos en Son Bibiloni y que en más de una ocasión he manifestado que es la capilla donde reside el milagro de este equipo, se conjuró para centrarse por encima de todo y de todos. Cerramos las puertas y nos centramos en nuestro trabajo, sabiendo que a las primeras de cambio alguien podría abrir la puerta no para que entrara aire fresco sino para meter más polución. Lo intentaron pero no lo consiguieron. La reacción de la pasada temporada fue espectacular. Quedará en el recuerdo de todos.
Esta semana han aparecido datos, números, estadísticas y demás consideraciones a nuestra clasificación después de trece jornadas de Liga. Da gusto ver reflejado el trabajo del equipo en datos comparativos con el Real Madrid y Barcelona. A todo mallorquinista debe servirle de orgullo, pero de nuevo aflora en mi memoria todo lo que hemos pasado desde que comenzó la temporada y que no merece la pena recordar. El fútbol se mueve por unos parámetros tradicionales que aquí no se cumplen en su totalidad y gran parte de la prensa nacional me pregunta ¿cuál es el milagro? Mi respuesta es sencilla y concisa: dirijo uno de los mejores vestuarios que he entrenado en mi carrera profesional. El resultado de todo lo expuesto en la Liga y en la Copa son los fríos números que los jugadores han realizado hasta el momento.
El domingo tenemos ¿otro reto?; ganar en Pamplona por primera vez, ya que en las diecisiete ocasiones que hemos viajado no lo hemos conseguido y para ello tenemos que preparar el partido con una mentalidad ganadora de principio a fin. El partido no será fácil, ninguno lo es, pero en cualquier caso debemos de soñar que la victoria fuera de casa llegará y tenemos dos partidos antes de que lleguen las vacaciones de Navidad para lograrlo.
Martín Luther King, fue el hombre que soñó un sueño y lo realizó. El campeonato de liga nos puede llevar esta temporada a soñar con un sueño bonito como es clasificarnos para una competición europea. Para alcanzar este objetivo final sería positivo no olvidar -de nuevo- de nuestra memoria todo lo que nos ha sucedido en este último año. La tarea de ganar partidos es lo más importante pero también lo es la estabilidad institucional y sobre todo el apoyo incondicional de nuestra masa social. Los jugadores solos no lo podrán hacer. Y por encima de todas consideraciones, se lo merecen.
Dejemos de una vez de ser un club de contrastes y viajemos hacia ese sueño todos unidos por unos colores y por un sentimiento mallorquinista.
Gregorio Manzano
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