Jugadores, padres, técnicos y directivos de la Associaciò Esportiva Santa Gertrudis llevan una década reivindicando un campo de hierba sintética, pero el Ayuntamiento les ha dicho que no se gastará un euro en la actual instalación porque está prevista la construcción de uno nuevo junto a la piscina municipal.
SEBASTIÁN CANDELA El Santa Gertrudis está compuesto por 85 niños pertenecientes a las categorías prebenjamín, benjamín y alevín, además de la escuela de fútbol. Les ilusiona jugar al fútbol. Les encanta. Pero este invierno no han podido entrenar todo lo que les hubiera gustado porque el campo donde juegan estaba impracticable. Era un barrizal. También han tenido que aplazar en cinco o seis ocasiones sus partidos de Liga. En Eivissa no le pasa a ningún otro niño o club. Sólo a ellos. ¿Qué ocurre? Pues que son los únicos de las Pitiüses que no juegan en una superficie sintética, a pesar de que llevan reivindicándola desde hace una década. Ninguna de las directivas que han dirigido esta modélica entidad han conseguido convencer al Ayuntamiento de Santa Eulària para que les tratara igual que al resto de clubes del municipio, como a la Peña, el Puig d´en Valls, Sant Carles o Jesús, que tienen terrenos de juego de césped sintético y unas instalaciones modélicas. Solamente los del Santa Gertrudis juegan y entrenan en un pedregal y tienen un kiosko.
A ellos no les gusta jugar con tantas piedras porque cuando se caen se hacen daño, pero a sus rivales todavía les gusta menos tener que jugar en «la catedral», que es como llaman al campo, que, encima, se llena de charcos porque no drena bien en cuanto caen tres gotas. Y este invierno han caído verdaderos diluvios.
¿Solución? Jugar como local en el campo de su rival de turno porque tiene hierba artificial y apenas afecta el agua.
Otro dato: el equipo de veteranos del Santa Gertrudis disputa todos sus partidos ligueros fuera de casa. Se niegan a jugar en su propio campo por miedo a las lesiones porque al día siguiente hay que ir a trabajar.
La tierra, las piedras, la lluvia, el frío, unos vestuarios vetustos y un campo en el que no hay ningún lugar donde ponerse a cubierto cuando llueve ha hecho que muchos chicos no quieran jugar en este club, condenado sólo al fútbol-7 porque, además, no tienen las medidas reglamentarias para jugar al fútbol-11.
Esto provoca que los niños del Santa Gertrudis tengan que emigrar a otros equipos de la isla cuando tienen 11 años.
Ante esta situación, los padres de los niños han decidido recoger firmas para pedir que se instale hierba artificial mientras no se construya el campo nuevo que está previsto al lado de la piscina municipal, porque piensan que las obras no estarán finalizadas hasta dentro de tres o cuatro años. De momento, llevan 400 firmas, pero esperan recoger muchas más. Por cierto, los otros equipos de la isla son los más interesados en firmar con tal de no jugar en este ´maldito´ campo.
«¿Y mientras tanto qué hacemos? ¿Seguimos esperando? ¿Qué les decimos a nuestro hijos cuando nos preguntan por qué ellos no pueden jugar en hierba como sus amigos? Estamos cansadas de esperar y queremos, exigimos, que el Ayuntamiento nos trate igual que a los otros municipios», dijo enfadada la madre de uno de los niños de la escuela de fútbol, mientras otras mamás asentían con la cabeza.
«Mi lavadora se ha roto por lavar la ropa llena de barro de los entrenos y no te digo nada a la hora de limpiar las botas. Hay días que cuando mi hijo sale del campo parece una croqueta rebozada de barro », dijo una compañera en tono irónico.
El presidente de la entidad desde el verano pasado, Tomás París, comprende la indignación de los padres, pero no puede hacer mucho más. «Tenemos una relación cordial con el Ayuntamiento y es cierto que nos han ayudado, pero la respuesta es siempre la misma. Nos dicen que no tienen pensado invertir en este campo porque muy pronto empezará a construirse el nuevo. Lo que ocurre es que la gente nos pide explicaciones a la directiva porque quieren soluciones y desean que nos arreglen el problema ahora porque seguro que la nueva instalación va para largo y la gente ya no quiere esperar más porque los niños crecen y el problema se perpetua año tras año. Lo único cierto es que el Santa Gertrudis es el ´patito feo´ del fútbol pitiuso», declaró.
«Estamos hartos. Menos palabras y más hechos», añadió uno de los entrenadores.
«Al único que le ha servido este campo ha sido al Sant Rafel, que vino a entrenar aquí porque tenía que jugar contra un equipo de Palma que también tenía campo de tierra, para nada más», sentenció el padre de otro niño.
Diario de Ibiza
Comenta esta noticia
Los comentarios están desactivados temporalmente. En breve estarán disponibles de nuevo.