El tratamiento que se ha dado al campeonato mundial de futbol durante más de un mes ha consistido en despertar y estimular las pasiones más insanas, entre ellas el patriotismo agresivo jaleado por todos los medios. En realidad no ha sido un campeonato del mundo de fútbol, sino una serie de confrontaciones nacionalistas que ha desnaturalizado de principio a fin lo que es un deporte colectivo, en si noble, como es el fútbol, objeto de toda clase de manipulaciones y negocios turbios en los que se sustentan. No hemos asistido a una lucha entre equipos sino entre naciones, para ser más exactos entre estados.
Vayamos por donde vayamos vemos los balcones engalanados con la bandera de España, de la patria, nos hemos dado cuenta de que el himno, el escudo y la bandera nos pertenecen a todos, o sea, que nos sentimos españoles, y el que no se sienta así, aunque haya disfrutado de la victoria de España, ¿que hacemos? lo arrinconamos, lo despreciamos, porque sólo es valido el sentirse «español, español, español».
Existe una campaña de difusión del españolismo, sin precedentes en nuestro país, esto no puede ser bueno, en una España plural donde todos cabemos y todos podemos sentirnos como queramos, que se utilice el fútbol como medio de unión entre los diferentes pueblos de España, esto sólo conduce a una confrontación entre las diferentes identidades que no sienten los mismos colores, y que además es licito.
Lo cierto es que la gran actuación de «La Roja» está poniendo en evidencia las miserias de todos estos nacionalistas, españoles, vascos, catalanes con una visión más corta que la boquilla de un Celtas.
Basta ya de utilizar el fútbol como medio arrojadizo para los que nos piensan igual que nosotros, lo están utilizando y llevando a términos políticos tanto unos como otros.
España ha ganado el mundial, debemos estar contentos todos los que así lo sintamos, por lo que se ha logrado y no olvidemos que está selección también representa otras ideologías, ya que los jugadores que la componen son y así se lo sienten de diferente comunidades, y no les ha importando en las celebraciones mostrar la bandera de su comunidad, algo por otra parte lógico y normal.
No dejemos que nadie se apropie del «orgullo nacional» utilicemos la bandera futbolistica, tomemos una cervecita con nuestros amigos y disfrutemos de lo conseguido, porque ningún «alzamiento nacional», sea el que fuere es bueno.
Hagamos que lo diferente sea normal, cotidiano, parte de nosotros mismos.
Chus
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