Ni siquiera pasaron por sus habitaciones cuando llegaron al hotel Regardz Heerlickheijd de Ermelo. Los primeros pasos de la expedición del Real Mallorca en su concentración de pretemporada en Holanda fueron para dirigirse al comedor y cenar.
Del autocar a la mesa. Eran las 21:00 horas, siete después de su presentación en Son Sant Joan. Ni siquiera repararon ante la majestuosidad de lujoso establecimiento, que no parece propio de un club que está sumido en concurso de acreedores y que debe mirar por cada euro que sale de su caja. Por eso está aquí, en Holanda, porque económicamente este viaje es rentable.
Llegaron con más de dos horas de retraso –afectados por el bloqueo internacional de aeropuertos– después de una larga jornada que había empezado a las 9:00 horas en Son Bibiloni con el último entrenamiento en la isla antes de hacer las maletas. Son Sant Joan les recibió con el regalo de una hora más de espera. El vuelo directo de Transavia hacia Amsterdam estaba retrasado. Sólo era el principio. Las tertulias, alguna que otra cabezadita o los videojuegos fueron las soluciones que encontraron fuera y dentro del aparato. El vuelo apenas superó las dos horas. Cuando por fin llegaron a la capital holandesa, todavía quedaban 90 kilómetros por delante. Algún equipaje perdido y un atasco retrasó su llegada de forma considerable. Al menos, los 24 grados de temperatura se agradecieron.
Doce días y cinco partidos
El grupo espera que la metereología le acompañe en los próximos doce días y los cinco partidos que conforman el grueso de la pretemporada. Un stage que debe servir aMichael Laudrup para hacerse a la idea de lo que tiene entre sus manos.
Hoy el Mallorca se enfrenta al Zwolle –de Segunda División–, aunque antes, a las 9:30 y en el campo cercano al hotel, el preparador físico Pep Alomar pondrá firmes a los jugadores. El primer hueso duro de roer se presenta el domingo ante el Feyenoord, aunque Vitesse, Heerenveen y Utrecht también son válidos para medir el nivel de un Mallorca por hacer. Un equipo que en Suecia ya mostró buenas maneras, aunque todavía queda mucho para sacar conclusiones.
La herencia de Gregorio Manzano es buena y Laudrup ha dejado claro que quiere aprovecharla, pero con su estilo. Las victorias frente al Djurgandens y Norrköping, ambas por 2-1, son anecdóticas.
Con los problemas en Palma al margen, los 23 rojillos llegan a Ermelo con la obligación de aprovechar al máximo la estancia y demostrar a Laudrup que tienen un sitio en esta plantilla. Porque muchos de ellos todavía no tienen su plaza garantizada. Ahora ha llegado el momento de sudar y lo saben.
Los Pereira, Pina, Trejo, Sergi Enrich y compañía son conscientes de que deben convencer para vestir de rojo todo el curso. Emilio Nsue, Pau Cendrós o Martí Crespí ya han demostrado lejos de Mallorca que tienen un hueco con los mayores. Son algunas de las caras nuevas de un grupo al que le sobra ilusión por comerse la Primera División.
Y eso se debe empezar a demostrar en la tierra de los tulipanes. La pequeña localidad austríaca de Kössen, tras diez temporadas de fidelidad, ya es historia. La nueva realidad está teñida de naranja.
diariomallorca
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