A. Orfila

Aparentemente lo tiene todo para triunfar, pero su bautizo en la máxima categoría se sigue posponiendo. Martí Crespí Pascual (sa Pobla, 1987) acumula más de cien partidos en Segunda, donde se ha granjeado fama de central competente. Granada 74, Xerez -conjunto con el que consiguió el ascenso a Primera- y Elche aparecen en la hoja de servicios del futbolista que está ahí pero que nunca acaba de llegar.

Habitual en las pretemporadas de Kössen, en privado Manzano siempre lamentó la falta de actitud del defensa, según el jienense, incapaz de asumir un rol secundario. Eso si, el andaluz siempre detestó la cantera y Crespí solía tener claro que su estancia en Austria era una simple escala hacia otra cesión.

Pero esta temporada todo parecía distinto. Se había agotado el ciclo de Gregorio Manzano Ballesteros; Nando Pons había sido descabezado y las señas de identidad del nuevo proyecto eran sensibles a los muchachos de Son Bibiloni. Hace una semana, el Mallorca formó ante Osasuna con media docena de canteranos, (Kevin García, Pep Lluís Martí, Víctor Casadesús, Pau Cendros, Iván Ramis y Emilio Nsué) y acabó con siete (Tomás Pina sustituyó a Gonzalo Castro y Michael Pereira a Víctor) pero Martí Crespí lo contempló todo desde el banquillo.

El zaguero tampoco tuvo minutos el pasado martes en San Mamés y Laudrup apenas lo tuvo en cuenta cuando buscaba un pivote defensivo que equilibrara el centro del campo de la escuadra bermellona en Gijón. Cuando el Real Madrid visitó Palma, en la primera jornada del torneo, Martí Crespí también vio todo el partido a ras de césped.

Con las referencias de José Carlos Nunes, Iván Ramis o el propio Rubén González, la competencia es dura para Crespí, que ayer se quedó por primera vez fuera de la convocatoria para el partido ante la Real Sociedad. Joao Victor y Edson Ramos ya tienen los papeles en regla y el anonimato del mallorquín se ha acentuado. ¿Qué pasa con Martí Crespí?

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