Dos agentes de Trablisa vigilan un trofeo que duerme en una cámara acorazada.

La Copa del Mundo no es cualquier tontería. Es un trofeo que se había resistido al deporte español en toda su historia. Por eso, su valor, más allá del cuantitativo, es incalculable. Así las cosas, era obligatorio contratar un servicio de seguridad que custodiara tan preciado premio. Trablisa ha sido la empresa encargada de mimar el título que levantó Iker Casillas el pasado 11 de julio y lo ha hecho con un dispositivo de seguridad que comenzó desde el momento en que aterrizó en Balears.

Pere Estela, director comercial de la empresa de seguridad, describió ayer, durante la ceremonia de la Copa, cómo ha funcionado el cuidado del trofeo: «Recibimos una notificación por parte de la federación con la hora de llegada de la Copa al aeropuerto de Palma. Desde entonces, pasamos a hacernos cargo de la Copa las 24 horas y en todas las ubicaciones por las que pasa. Está custodiada permanentemente por dos vigilantes armados, vaya donde vaya». «Los desplazamientos en avión van a nuestro cargo y la Copa también está custodiada por vigilantes de Trablisa tanto en el aeropuerto de Eivissa como en el de Menorca».

Estela explicó que por la noche también está vigilada: «En ese momento entra en una cámara acorazada debidamente protegida. No hay ningún momento en el que perdamos el ojo a la Copa».

Hasta el momento no se ha producido ninguna incidencia. «La gente tiene ganas de tocarla, levantarla y nada más. No ha habido ningún conato de ataque a la Copa», afirmó el director comercial, que no entró a detallar el coste del dispositivo: «Llegamos a un acuerdo bueno con La Caixa y no es algo desmesurado. El valor de la Copa, que está asegurada por su precio, es mucho mayor de lo que puede suponer el coste de la custodia. El desplazamiento de las personas y el coste de los vehículos no ha sido excesivamente caro. Todo esto va a cargo de la Caixa, que es la empresa que patrocina el evento».

Uno de los agentes de Trablisa es Samuel Alonso, quien se mostró «sorprendido, porque hay mucha gente». «Por lo general, vienen, se hacen la foto y se van contentos», agregó.

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