Cuando cunde el desánimo, provocado no sólo por la escasa (buena) educación de los niños y jóvenes, sino también por el bajísimo nivel de implicación en los entrenos. Diríamos, con la archiconocida frase, que unos por otros, la casa sin barrer. Más aún, bastantes de esos niños y adolescentes se han habituado a que nadie apueste ni se ocupe de su educación con fuerte compromiso, con constancia, y reaccionan volviendo la espalda o encarándose sin temor con quienes les muestran la ineludible firmeza y les exigen el esfuerzo que la misión requiere. No tienen nada que perder; a sus padres, muchos los tienen ya K.O.,
No quiero ser catastrofista. No todo está mal en todas partes, es verdad. Además, no me interesa dibujar un cuadro completo de la situación actual en el futbol base, para el que, por otra parte, carezco de datos. Lo que me importa es poner de relieve que, si diferenciamos entre educación y enseñanza del futbol de base, y creo que debemos hacerlo, la primera corresponde esencialmente (no exclusivamente, claro) a la familia y a la sociedad entera (la “tribu educadora”), y la segunda, la enseñanza, al sistema educativo y formativo de los entrenadores y formadores del futbol base. fundamentalmente.
El entrenador que recibe a los niños, ha de poder contar con que los chicos vienen con el mínimo equipaje de principios y normas de conducta aceptables en nuestra cultura , los cuales se reforzarán y completarán en la medida de lo posible en el entrenamiento.
Si no acuden así los chavales, será poco fructífera toda labor, incluso la puramente educativa y formativa. El niño que no se corta en contestar y reprochar al entrenador y otras lindezas por el estilo, que no lleva ni siquiera las cosas preparadas para entrenar, que no se amedrenta ante nada ni nadie, que no siente inquietud por lo que hace…, el niño que, en definitiva, ya ha llegado a eso, sea cual sea su edad, ¿creen ustedes que cambiará por temor a un castigo en casa, que no le caerá (y lo sabe porque nunca o casi nunca le ha caído) o por temor a un apercibimiento o incluso expulsión del entreno, que no menoscabarán un ápice su vida cotidiana, libre, sin apenas interferencia de los padres? ¿Creen que estará dispuesto ese niño a dedicar un minuto de su precioso tiempo a dejar de hacer lo que le pida el cuerpo y a esforzarse por aprender algo en los entrenos? ¿Creen que actuará en él algún mecanismo moral de control de sus emociones y actos? Etc.
Aludo a situaciones extremas para mostrar claramente lo que quiero decir. De todos modos, la media no se aleja demasiado de lo que aquí expongo.
Aunque parezca una paradoja, concluyo, estoy convencido de que gran parte del éxito o fracaso del sistema de educación y aprendizaje en el futbol base formativo depende de factores externos, de los que el principal es lo que se haga o se deje de hacer en casa con los hijos.
Por suerte, sospecho que una nutrida cifra de padres, jóvenes, preocupados, con cierta formación, está empezando a cambiar la orientación y el rumbo de las cosas.
Ningún viento es favorable para aquel que no sabe donde va, si haces lo que siempre has hecho, no llegarás mas lejos de lo que siempre has llegado.
Es imprescindible un cambio de orientación en los valores de la gente […]. Tenemos que reconsiderar muchas ideas».
Kano para Fútbol Balear
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