Pili Espadas capitana del Collerense y una institución en el Fútbol Femenino

Pili Espadas en acción con el Collerense de Superliga Femenina
ANA FDEZ. DE LA CRUZ / Palma

Comenzar con tres años a dar patadas a un balón para convertirse cuatro lustros después en uno de los mejores jugadores del mundo –Leo Messi– no está al alcance de cualquiera, pero resulta imposible si quien trata de conseguirlo es una mujer. El fútbol es el deporte rey, pero también tiene sus reinas, aunque éstas sean prácticamente desconocidas. Los 12 millones de euros anuales que cobra Cristiano Ronaldo por lo que algunos consideran «correr detrás de un balón», chocan, y mucho, con el sueldo medio de cualquier español de a pie, pero también dan una patada en la espinilla a la Ley de Igualdad: en la misma categoría del balompié, pero en femenino, los beneficios económicos son, generalmente, nulos.

«El fútbol femenino sufre una discriminación diaria», asegura apesadumbrada Pili Espadas, la capitana del Collerense femenino, equipo que milita en la Superliga femenina de fútbol. Sí, en la máxima categoría del balompié de chicas, todo un logro y un orgullo para el deporte balear que, sin embargo, pasa desapercibido.

Pili también empezó a dar los primeros toques al balón de pequeña, siguiendo los consejos y enseñanzas de su hermano Miguel Ángel, su ídolo «de carne y hueso», quien sí podía jugar «porque es hombre». Ella se conformaba con matar el gusanillo en el patio del colegio y no en un equipo, pero por la «vergüenza» que le daba jugar con chicos. Por ello se inició tarde en la competición federada, a los 17 años, cuando en su barriada nació el Collerense femenino.

Desde que entonces se enfundara la camiseta del 10 en su primer partido con el conjunto del Coll den Rabassa (cree recordar que ante el Llubí), su carrera deportiva no ha hecho más que acumular un éxito tras otro. Tanto, que considera que ya lo ha conseguido «todo» tras haber jugado con la selección balear, ir convocada con la selección española y ascender a Superliga, «algo histórico», ya que el Colle es el único equipo femenino de Baleares que ha llegado a la máxima categoría del fútbol. Este fin de semana espera poner la guinda asegurando la permanencia.

«Es un sueño cumplido», afirma con cierto brillo en los ojos, pero de camino ha tenido que sacrificar muchas otras cosas. Esta auxiliar de enfermería de Son Espases dedica todo su tiempo libre a su mayor hobby, pero entre entrenamientos y partidos, quedan las horas dedicadas al trabajo; sobre todo «porque del fútbol no se vive». «Tengo que cambiar turnos o doblarlos y robarle horas al sueño para poder jugar. Pierdo dinero con el fútbol, pero merece mucho la pena». Una curiosa y dura realidad cuando este deporte se ha convertido en una forma de vida. Una hora y media de entrenamiento tres días a la semana con su equipo, más los partidos del fin de semana (viajes incluidos), aún le dejan tiempo para ejercer de entrenadora de las niñas de fútbol 7. Y todo ello, «por amor al arte».

Hay otras chicas futbolistas que lo tienen un poco mejor y sí reciben un salario por jugar, pero no es el caso del Collerense femenino. «Al principio, en categoría Nacional (equivalente a la Segunda División masculina) hasta pagábamos una cuota de 600 euros por jugar». Hace unos años que ya no necesitan desembolsar dinero para correr detrás del balón y con el ascenso llegaron las subvenciones, pero sólo sirven para cubrir gastos, sobre todo los de los viajes a la Península. «El año pasado nos dieron una pequeña ayuda para gasolina», señala, y añade: «Con cobrar un 20% de lo que se embolsan los chicos ya seríamos felices».

Lamentablemente, para eso todavía queda mucho por recorrer. Es necesario que el fútbol femenino genere algo más que interés en unos pocos. «Falta repercusión, reconocimiento y medios. Existen demasiadas trabas para que la mujer llegue a la élite y se mantenga», se lamenta Pili. Aun así, reconoce que en los últimos años el fútbol femenino ha dado pasos de gigante: «Ahora hay más equipos de chicas, las niñas pueden jugar desde pequeñas en equipos femeninos y eso crea una base para un futuro prometedor». En el horizonte, el ejemplo de Estados Unidos, donde la liga femenina cuenta con más seguimiento que la masculina.

Además, queda aún mucho machismo por combatir y muchas bocas que callar. «Siempre hay gente que te grita desde la banda ‘¡vete a fregar!’ o ‘esto es de hombres y tú no tienes ni idea’, pero lo mejor es olvidarse de ellos y seguir». Para Pili, la diferencia entre hombres y mujeres estriba sobre todo en el físico: «Los chicos cuentan con una condición física que nosotras no podemos igualar, pero la técnica y la dinámica de juego no es tan diferente». «El saber jugar y el crear lo hacen mejor las mujeres», matiza orgullosa.

La delantera del Colle anotó 65 goles la primera temporada que se calzó las botas de manera oficial y ha llegado a meter seis tantos en un solo partido –ante el Tortosa en Nacional–. Se manifiesta seguidora del Real Madrid y del Mallorca y muy raulista. «Raúl es uno de los mejores jugadores españoles. Más allá de su calidad como delantero, valoro su trayectoria profesional y su humildad, por eso es una referencia para mí». ¿Y ante un enfrentamiento Real Madrid-Schalke en Champions? «Ojalá Raúl llegue lejos en esta Liga de Campeones. Lamentaría la eliminación del equipo alemán, pero sólo por él; ante todo que gane el Madrid», concluye una seguidora del conjunto merengue que aún tiene pendiente ver algún partido en el Bernabéu.

El Mundo el día de Baleares

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