Jugar de portero no es fácil. Pocos niños quieren estar solos bajo la portería y frente a todo un equipo rival. Además, tienen que evitar que el balón entre en el arco que defienden.
Es, sin duda, mucho trabajo y demasiada responsabilidad para un niño. Por eso los que eligen llevar el número uno son especiales porque son valientes.
No les asusta el ´cargo de confianza´ que tienen en sus respectivos equipos e inclusive rehuyen las felicitaciones de sus compañeros porque ellos, al fin y al cabo, hacen su trabajo.
Como el guardameta de la fotografía, que juega en el Insular. | S. Candela
Diario de Ibiza
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