La Fundació Reial Mallorca no ha dejado escapar la oportunidad de poner su granito de arena en el desastre que está ocurriendo en Japón. A través de la ONG Por buen camino, la entidad mallorquinista enviaba hace unos días ropa para ayudar en lo más básico. Los voluntarios, una vez han aportado su ayuda en la zona afectada por el terremoto y posterior tsunami, regresaban a la isla con devastadoras imágenes. Asimismo también narraban lo vivido en el país nipón.
“Los voluntarios de Por un buen camino hemos estado trabajando en el pueblo de Kesennuma, uno de los lugares más afectados por los efectos del devastador tsunami de Japón. Casas dadas vuelta, coches hechos amasijos por todas partes, barcos en el medio de la ciudad, hogares reducidos a escombros… Son algunas de las imágenes que conmueven en este paraje que ha sido desolado por la fuerza de la naturaleza. Es muy difícil describir con palabras lo que sentimos y percibimos en Japón, dimensionar la magnitud de esta catástrofe se hace casi imposible desde la distancia.
La irremediable pérdida de vidas humanas, sumado a los incontables daños materiales han sumido a este pueblo situado al norte de Hendai en una situación al borde del colapso, tal vez irrecuperable a no ser por ese enorme motor de impulso y desarrollo que es la voluntad humana, tan firmemente palpable en la mentalidad japonesa. Ser testigos fieles, después de la catástrofe vivida hace pocos días, de la fuerza y entereza social de este pueblo, conmueven hasta el corazón más duro y nos hacen entender y valorar la dignidad del trabajo y del esfuerzo destinado al bien común.
En Kesenuma, lejos de la zona radioactiva de Fukushima, cientos de personas que perdieron sus hogares se encuentran albergados en la escuela pública, compartiendo el día a día en enormes aulas que acogen a decenas de personas. Niños, jóvenes y ancianos comparten los alimentos y los servicios sanitarios en un ambiente de armonía, silencio y orden. Los alimentos no faltan y están recibiendo apoyo de todo tipo de bienes desde todas partes del Japón y también desde el extranjero. Las comodidades son básicas pero más que dignas, solamente la falta de agua caliente los aleja de un confort mayor.
Estando todos los hoteles de la zona cerrados y con grandes problemas de abastecimiento de gasolina, no dudaron un instante recibirnos en la escuela como uno más de su gente y darnos un lugar entre ellos con la amabilidad que los caracteriza y con la sonrisa en los labios. Pese a traer casi 300 mantas y dinero para alimentos nuestra ayuda es apenas perceptible ante la necesidad latente de tanta gente, pero aun así cada granito de arena suma. Vivir estos días con ellos ha sido una experiencia de gran valor que nos lleva a confirmar una vez más que es mucho más lo que uno recibe con tantos ejemplos de vida, que lo poco que uno puede dar desde nuestras posibilidades.
Las fuerzas militares están por toda la ciudad en las labores más diversas para la protección de los ciudadanos y la reconstrucción de calles y puentes en primera instancia para poder asegurar la comunicación y que los suministros necesarios lleguen a todas partes. Periodistas de todas partes hacen su inevitable presencia donde la noticia los lleva y médicos y enfermeros ya han venido de todo el país a prestar sus servicios.
Los japoneses, castigados tantas veces por las inclemencias de la naturaleza, han aprendido a convivir y organizarse de una manera ejemplar, sobre todo ante la adversidad, constituyendo un ejemplo a seguir en todos los aspectos.
En Kesenuma se está volviendo a la normalidad, conscientes de que les quedan años de duros trabajos por delante para reconstruir lo que tenían, pero con un espíritu indomable de esfuerzo y sacrificio, sabiendo que las generaciones que vienen merecen un porvenir mejor. Cada brazo se prepara para seguir adelante con fuerza, no será fácil pero ya saben mucho de esto…”
RCDM
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