Es increíble la incoherencia que hay a día de hoy en el mundo arbitral. Está claro que la profesión de árbitro no es un trabajo nada sencillo de realizar, por ese motivo no tendría que poder ejercerla cualquier individuo! Son pocos los árbitros con vocación y honestos que existen hoy en día en el panorama arbitral, son pocos pero los hay, y muy buenos. El problema es que al ser un trabajo difícil y poco valorado por la sociedad futbolística, hay pocas personas dispuesta a realizarlo. Aquí entran en escena esos individuos que no son para nada APTOS y que no tienen vocación ninguna, pero aun así son aceptados al haber escasez de personal.
Aquí es cuando empieza mi problema. Resulta que el pasado 29 de Mayo el señor, vamos a llamarlo X (no diré su nombre porque yo si me considero una persona honrada y educada), me expulsó por doble tarjeta amarilla. Al finalizar el partido me dirigí a la caseta del colegiado, que me invitó a pasar para argumentarme las amonestaciones. La primera tarjeta amarilla viene argumentada de la siguiente manera por boca del SEÑOR X:-“Tienes que saber que en según que momentos del partido no puedes dirigirte al árbitro, aunque no me protestes ni me faltes al respeto”. Es decir, que me amonestó por dirigirme a él, no por protestar, ¿eso en que reglamento está escrito?. Resulta que en el acta escribió que me amonestó por protestar ostensiblemente. MENTIRA! La segunda amarilla no la reprocharé, ya que es complicado cuando queda a la interpretación del árbitro. Eso si, en el acta arbitral TODAS la tarjetas amarillas por falta estaban descritas como ”ENTRADAS TEMERARIAS”. De película.
Pero esto no es todo. Cual fue mi sorpresa que en el acta, el SEÑOR X escribió que me había dirigido a él y a su asistente diciendo:“Cerdos, sinvergüenzas, ladrones…..” Ahora resulta que en las actas, un documento oficial, se puede mentir. Lo más gracioso resulta que el comité de disciplina puso a este colegiado en la nevera a la semana siguiente (se dieron cuenta de que la actuación arbitral no fue digamos, normal), pero resulta que el recurso que hizo mi club alegando que en ningún momento me había dirigido al colegiado con esas palabras (todo lo contrario, hablé con él en el vestuario educadamente), se fue directamente a la basura.
Como consecuencia recibí dos partidos de suspensión y no he podido disputar los dos últimos partidos con mi equipo donde nos jugábamos el ascenso y el campeonato. Todo porque el SEÑOR X tuvo ganas de mentir en un documento oficial, y ¿qué hizo el comité de competición? Pues a la nevera con el colegiado, pero ¿Qué pasa con el jugador agraviado? ¿qué culpa tengo yo de que el comité de árbitros acepte a este tipo de individuos y se dediquen a manipular la actas? Pues lo de siempre, lo que dice el árbitro va a misa, se lo que sea. QUE TRISTE!
Quiero dejar claro que con este texto no pretendo atacar al colectivo arbitral, ni defender a todos los jugadores, nada más lejos de la realidad. Tampoco es una pataleta por una injusticia. Simplemente es una reflexión personal hacia el poder que se les da los árbitros (no a todos, si no a aquellos que entran en este mundo por falta de personal) por parte del comité de disciplina. Hay que entender que no se puede mentir en un documento oficial, agraviar a un jugador y no darle la razón en el recurso porque esto supondría poner en entredicho al colegiado y quedarse sin SEÑORES X en nómina.
En conclusión por lo que he podido ver, si otro SEÑOR X quiere plasmar en el acta que lo he amenazado de muerte, o cualquier barbaridad que se le ocurra. El comité simplemente me sancionará, y aunque se de cuenta de que los hechos son mentira, la sanción permanecerá! Que fácil es quitar la ilusión a alguien cuando se es un SEÑOR X. Como jugador pido respeto, porque nadie tiene derecho a poner en mi boca palabras que NUNCA he dicho, y menos aun a sancionarme por ello.
Pedro J. Vargas Fernández.
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