Cuenta la leyenda que por donde pisaba el poderoso caballo de Atila, Othar, no crecía la hierba. Él fue el último y más poderoso caudillo de los hunos, con los que llegó a conquistar el mundo.La historia de nuestro personaje de hoy nos recuerda las andanzas de los más exitosos guerreros de todos los tiempos. Adulado por donde ha estado, dio muestras de su talento y profesionalidad durante su carrera como futbolista. Y por eso se le echa de menos, tras tantas tardes de domingo escuchando su nombre por los transistores y viendo sus incansables cabalgadas por la banda izquierda, aquellas por las que nunca más ha vuelto a crecer la hierba.
Miquel Soler es uno de esos jugadores que, a pesar de retirarse en 2003 a los 38 años, parecen pertenecer a otra época, como de colección de cromos en blanco y negro, de esas que pasan de padres a hijos y crían polvo generación tras generación.
Es el clásico concepto de profesional del fútbol, entregado a un deporte, a una camiseta, a la pasión de una afición que acude al campo a ver a su equipo. Sólo así se entiende que sea recordado por los siete equipos en los que ha jugado, dejando un montante de 504 partidos disputados a sus espaldas.
Podríamos hablar de Miquel por su edad al finalizar la carrera deportiva, pero hombres como Carboni o César Sánchez eclipsarían sus datos. Podríamos también recurrir a hablar de la cantidad de equipos en los que ha jugado, pero también aparecerían nombres propios como Luis García (Barcelona B, Valladolid, Toledo, Tenerife, Atlético de Madrid, Racing, Liverpool, Panathinaikos y Puebla) que superarían sus registros. Sin embargo, de lo que nadie se ha percatado es de que todos los equipos en los que ha jugado -excepto el Sevilla- o han cambiado de estadio o están pensando en modificarlos de manera notoria. Veamos caso por caso.
1979-1983 UE OLOT: El Olot tiene el privilegio de ser el primer club que vio vestido de corto a Soler. Tras cuatro temporadas, abandonó la disciplina del club para recalar en el Espanyol, club con el que tenía un acuerdo desde el 67, siendo presidente Juan Prunes. Se firmó una colaboración por el que el primero daba salida a sus mejores jugadores dirección Cornellá, y a cambio, el club perico aportaba ayuda económica para mantener al Olot sin deudas.
Desde Soler a la actualidad, el club ha cambiado las instalaciones del viejo estadio municipal, por un nuevo campo de fútbol bautizado como El Morrot, de césped artificial.
1983-85/ 1986-88 ESPANYOL: En el Espanyol jugó durante dos etapas distintas. En la primera se empezaría a foguear con jugadores de entidad que harían que se curtiera como jugador. Sin embargo, en el 85 tuvo que abandonar el club para buscar más minutos en las filas de L’Hospitalet, equipo donde destacará, siendo indiscutible en la banda izquierda. Su buena temporada hará que regrese al Espanyol para consagrarse en la Primera división.
El Nanu Soler fue jugador perico en el mítico Sarriá, estadio que tuvo que ser vendido en 1997, para trasladarse al olímpico Lluís Companys de Montjuic, lugar donde han jugado hasta julio de 2009, momento para dar paso al futuro, al majestuoso Estadi de Cornellà-El Prat.
1985-86 HOSPITALET: Su paso por L’Hospitalet fue fugaz, una sola temporada, que le sirvió para que disputar los minutos que en el Espanyol no tenía. A pesar de jugar un solo año en L’Hospitalet levantó una gran expectación, recibiendo el cariño de la grada. Soler jugó sus partidos en el viejo Municipal, estadio que sería cambiado por una de las herencias de los Juegos Olímpicos de 1992, el estadio de béisbol que sería remodelado para ser desde el 1999 el Estadio Municipal del C.E.L Hospitalet, instalaciones en las que se jugó el primer play off de Segunda A, en su modalidad moderna, en la que quedó fuera el Getafe.
1988-91/ 1992-93 BARCELONA: En el Barça estuvo en dos etapas distintas. Llegó en un momento duro, en el que se estaba forjando el Dream Team de Johan Cruyff, pero en el que todo era indecisión y búsqueda de la tecla que diese un vuelco a años de sequía de títulos. Sus apariciones en el club fueron irregulares, por lo que no pudo demostrar la calidad que atesoraba y en 1991 tuvo que salir para jugar en el Atlético de Madrid.
Como jugador blaugrana defendió el escudo en el Camp Nou, diseñado por los
arquitectos Francesc Mitjans Miró y Josep Soteras Mauri, con la colaboración de Lorenzo García Barbón en 1954.
Para 2012 estaba previsto que estuviese listo el nuevo estadio del Barcelona, obra de Norman Foster, arquitecto del nuevo Wembley, que durante la legislatura de Joan Laporta, presentó un proyecto espectacular. Las arcas del club, el Ayuntamiento de Barcelona y el cambio de presidencia, frenaron un proyecto que a día de hoy sigue parado.
1991-92 ATLÉTICO DE MADRID: Soler llegó a la ribera del Manzanares como un descarte del Barcelona que, sin embargo, venía abalado por buenas actuaciones en el club catalán. En el Atlético supo defender un escudo lleno de historia y que nunca ha sido fácil para un defensor. A base de buen trabajo y empeño profesional supo hacerse con la afición rojiblanca pese el poco tiempo que estuvo en el club. El Calderón vio buenas tardes de Soler.
En 2007, el club firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid por el que se firmaba la recalificación de los actuales terrenos del Vicente Calderón y que se deberán abandonar en 2016 para ocupar la Peineta.
1993-1995 SEVILLA CF: Tras su vuelta al Barcelona, donde estuvo un año más hasta finalizar su contrato, fue fichado por el Sevilla, que una temporada antes vio jugar en sus filas a Maradona bajo el mando de Bilardo. La campaña 93-94 tenía al frente al sabio de Hortaleza, Luis Aragonés. Era un proyecto serio que aspiraba a luchar por ser uno de los grandes de España. No era un reto fácil para Miquel, pero supo ponerse al frente de la zaga y hacerse un hueco a base de tesón y esfuerzo. Unzué, Marcos, Rafa Paz, Siemone, Suker o Moya fueron compañeros en este viaje.
El Ramón Sánchez Pizjuán, obra de Muñoz Monasterio, disfrutó de grandes noches aquellas temporadas. Es el único estadio en el que ha jugado Soler que no ha sufrido cambios. La única gran remodelación fue con motivo del mundial de 1982.
1995-1996 REAL MADRID: Su buen papel en el equipo de Nervión hizo que fuese fichado por el Real Madrid, para completar una plantilla que estaba llamada a hacer historia. Un año antes, en el Madrid había aparecido la figura de un chaval barbilampiño, no muy alto, apenas un adolescente con la cabeza de un adulto. Se llamaba Raúl y estaba llamado a ser el gran capitán durante la siguiente década.
Con el club capitalino no jugó demasiado. Era un equipo que estaba creciendo y en el que el peso de la Quinta del Buitre era demasiado como para desbancarlos de la titularidad. Es por ello que la campaña siguiente hizo las maletas para recalar en el Zaragoza, donde se erigió como una de las insignias del equipo maño.
En el Bernabéu no tendrá nunca una estatua como la de Di Stefano, pero seguro que podría tener alguna página en la historia del club, que, por qué no, podría exhibirse en el majestuoso Bernabéu que tiene en mente Florentino Pérez y del que ya hay planos y un proyecto en marcha.
1996-98 ZARAGOZA: En Zaragoza supo encontrar su hueco. Aportó veteranía y sacrificio. Supo enseñar cómo defender unos colores y ser profesional durante sus dos temporadas al mando de la zaga maña. La Romareda supo valorar a ese jugador silencioso que cumplía con creces en cada partido del equipo.
Puede que algún día, si se lleva a cabo el proyecto presentado y firmado por el Ayuntamiento zaragozano en febrero de 2006 – aunque paralizado en abril de 2006 por la oposición- de la Nueva Romareda, tenga la presencia de Soler para hacer un saque de honor.
1998-2003 MALLORCA: Su último club. El equipo con el que volvió a recorrer Europa para comentar por aquellas tierras que por donde pisaba no crecía la hierba, como forma de acongojar a sus rivales antes del encuentro. Un veterano de guerra curtido en mil batallas que supo llevar a una entidad humilde hasta los altares del Viejo Continente.
En Mallorca fue algo más que un lateral izquierdo. Fue un capitán que, junto a jugadores como Engonga o Nadal, hizo del conjunto mallorquín todo un equipazo.
El Lluís Sitjar, hoy abandonado, llora releyendo aquellas crónicas de hace una década, en la que los bermellones pasearon su nombre por medio mundo, situando a Mallorca en el mapa.
En 1999, el club se trasladó a Son Moix, donde ha dejado buenos partidos. Sin embargo, se trabaja en el Nuevo Lluís Sitjar, que se prevé estará listo en 2016. Que vuelva el espectáculo del fútbol a aquel viejo fortín insular, mientras Soler está al frente del filial mallorquín.
Hector Peco(futmi.com) para Fútbol Balear
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