Dijo la víspera del partido, ante el Malmö, que no había nada mejor que ganar cuando algo se tiene perdido.

Ganar este título ha sido muy especial porque ha sucedido tras la clasificación de España para la Eurocopa, porque llegamos a este partido casi sin opciones y porque estaba en juego el trabajo duro de mucho tiempo. Sin duda, éste es el mejor momento de mi vida.

¿Qué sintió cuando la colegiada pitó el final?

Fue la locura. Me tiré al suelo, pero enseguida me levanté para celebrarlo con el equipo. Recuerdo que mi entrenador (Tony Gustavsson) me dijo que se alegraba mucho. Me recordó sus palabras tras perder la Copa y antes de la repesca con España cuando me dijo que mi suerte cambiaría y que acabaría escribiendo mi destino.

Después del sufrimiento llega el éxito es su frase preferida. ¿Ha tenido que sufrir mucho para llegar hasta aquí?

No ha sido fácil. Primero cuando de pequeña no me dejaban jugar por ser niña, luego cuando me di cuenta de que por ser mujer mi futuro como futbolista era casi nulo. Después vinieron las finales perdidas con el Espanyol y con Philadelphia. Pensé que, hiciera lo que hiciera, no llegaría este momento.

¿Fue crucial marcharse de España?

Primero dejé Galicia porque había llegado al máximo, luego me fui a Zaragoza, al Espanyol, a Estados Unidos, a Rusia y a Suecia. En cada momento supe que debía irme para progresar.

Y ahora le queda la gala del día 12 en la que está nominada a mejor jugadora y mejor centrocampista de la liga sueca. 

Tras el MVP de Estados Unidos, estar nominada aquí es increíble y ganar algún premio sería mi Balón de Oro personal.

As.com