Carlos Roman
La factoría de Son Bibiloni ha vuelto a incrementar la producción de talento. En un año particularmente duro por el más que probable descenso del primer equipo o por las dificultades que está encontrando el filial a la hora de proteger su asiento en la categoría de bronce, los campos de la carretera de Sóller también han contemplado a una de las mejores hornadas que se han cocinado en los fogones de la ciudad deportiva. De la mano de Pepe Gálvez y Julián Robles, el juvenil del club acaba de abrochar una gran temporada en la División de Honor y empezará a recibir el premio este fin de semana gracias a su reencuentro con la Copa del Rey, una prestigiosa competición por la que no desfilaba desde mediados de 2009.
En plena tormenta, sigue brillando el sol para las categorías inferiores mallorquinistas, que esta temporada disfrutan de nuevo de un faro de referencia. Recostado sobre el ideario de dos técnicos emergentes y de la casa y propulsado por una plantilla en la que habitan un puñado de jugadores que ya se han bautizado en las plantas superiores, el juvenil A del Mallorca vuelve a encaramarse a un escenario que fue su hábitat natural durante un tramo notable de la historia reciente. El mismo sobre el que se forjaron, hace aproximadamente una década, algunas de las hazañas más llamativas de la intermitente cantera rojinegra.
La quinta de Brandon, Cedric, Cristeto, Marco Asensio o Tià Sastre comparece esta vez sobre el albero de la Copa para medirse en octavos de final al Sevilla, que destapa como el torneo como uno de los principales candidatos al título. Además de erigirse en el verdugo de los isleños durante su última participación, el cuadro andaluz acaba de proclamarse ganador de la Copa de Campeones que reunía en Vigo a los equipos juveniles más potentes del país. La eliminatoria escenificará su primer asalto este sábado (12.00 horas) en Son Bibiloni y se resolverá una semana después en la capital hispalense.
El Mallorca y la Copa del Rey siempre han mantenido una relación especial. Sin embargo, por una razón u otra, el club llevaba cuatro años y tres temporadas apartado de ella. Su última representación en ese sentido la firmó la escuadra dirigida por Gustavo Siviero, el 24 de mayo de 2009. Los rojillos, con Ximo Navarro, Pedro Bigas, Abdón Prats o Dídac Devesa, cedían en una caliente eliminatoria marcada por la polémica arbitral ante un Sevilla en el que jugaban el hoy bermellón Antonio Luna, Luis Alberto, Rodri o Jesús Alfaro.
Sin embargo, las mejores estampas de la competición para el Mallorca empezaron a tomarse en el 2000, bajo el manto de un grupo liderado por Tomeu Llompart en el que habitaban Albert Riera, Roberto Merino, Xisco Campos, Toni González o el propio Julián Robles. Aquella generación alcanzó una final que perdió en Valdepeñas (2-1) frente al Barça de Víctor Valdés, Nano o Mikel Arteta.
Poco después, los que se quedarían a las puertas del cielo eran Moyà, Ramis, Bussy o Víctor, siempre con Toni Cazorla al mando. Primero en Cuenca (2002), de nuevo ante un Barça habilitado por un postrero tanto de Sergio García (1-2). Y luego en Ponferrada -2003, justo un día después de que el primer equipo ganara su Copa en Elche-, frente al Espanyol (3-1). Diez años más tarde, seguro que merece la pena volver a intentarlo.
UH
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