Más solo que la una y pidiendo la pelota a gritos se quedó Ramiro González el pasado domingo en la banda izquierda del Artés Carrasco. Restaban 30 segundos para que Ais Reig, el colegiado valenciano que dirigía el duelo La Hoya-Peña Deportiva, decretara el final del encuentro. De hecho, el trencilla le había asegurado un minuto antes al extremo peñista, en pleno y agobiante descuento, que iba a pitar el final «en breve». «Un cambio de juego de Piquero [que conducía la pelota en aquel momento por el costado derecho], recibo y se acaba la cosa. Ahora seríamos equipo de Segunda B», explicaba ayer Ramiro. Lo hacía recién salido del fisio, de someterse a un tratamiento con agujas para recuperar su dolorido tendón de Aquiles, la zona inflamada que le impedirá, probablemente, estar el próximo fin de semana en Aranda de Duero.
El que seguro que se perderá la ida (y también la vuelta; e, incluso, la última eliminatoria de ascenso si se jugara) es Paco Maline. El lateral izquierdo titular del equipo se rompió en la ida ante La Hoya. Igual que Ramiro, se trata de una elongación «en el dichoso talón». «De nivel dos, un mes de reposo», especifica el gaditano, que no puede disimular su cabreo por no poder sumar «en el momento más importante de la temporada». Al jugador más veterano de la plantilla que dirige Mario Ormaechea se le nubló la vista cuando, desde el salón de su casa, Ginés Meca (compañero suyo en la Peña en otoño de 2004) marcó el 1-1 que arrebataba a los santaeulalienses un ascenso que ya se palpaba. «Vi los rebotes y me puse a temblar… Fue una putada, pero que a nadie le quepa la duda de que este equipo ha salido reforzado moralmente. Estuve el lunes en el entreno y las caras de los compañeros eran de ´podemos subir´».
Pese al optimismo de Maline, uno de esos futbolistas que más inciden en esa verdad no escrita de que en el deporte «la cabeza también juega», los partes de la enfermería indican que el resto del play-off se va a tener que jugar con un carrilero zurdo accidental. Su nombre, Pau Pomar. El mejor jugador de Tercera la pasada campaña –premio que recibió tras sobresalir con el Sant Rafel– tendrá que exprimir su polivalencia (central, lateral derecho, pivote…) para actuar en la posición más atípica para él, un diestro. «No me cabe duda de que, como ya pasó en Lorca, cumplirá. Había jugado algún partido allí ya antes», explica Maline. Su sustituto este curso, el segundo capitán Fofi, también tiene una microrrotura en el isquiotibial (tres semanas fuera, al menos), por lo que toda la responsabilidad recae en el mallorquín.
«Aquí ya nada parece raro –interviene Ramiro, que tuvo que infiltrarse para jugar unos minutos el pasado domingo tras seis semanas parado–: ves a Da Silva bajando de la delantera para hacer de mediocentro, a Piquero reculando casi hasta el lateral… Ante esta plaga de lesiones lo único que podíamos hacer era reforzar el sentimiento de equipo. Lo hemos conseguido, que nadie nos dé por muertos».
Su falta deja al conjunto sin un activo importante, que ha aportado cuatro goles e innumerables centros en su primer año. Le suplirá Aitor. El vilero vuelve a ser convocable después de cubrir su partido de sanción y junto al mermado De Pablos es de lo poco que dispone Ormaechea para alinear en los laterales de la zona ancha. «Al míster los onces le salen sin pensar: no hay donde elegir», apunta cínico Maline. Ramiro, Fofi y él son los ausentes en las bandas santaeulalienses, pero creen que a base de coraje sus compañeros no dejarán a la Peña más cojitranca que Quevedo.
Diario de Ibiza
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