El Real Madrid niega a las mujeres una “limosna” de 375.000 euros

Crear la categoría femenina con la misma inversión que hace esta temporada el Barcelona le supondría utilizar un 0,08% de su gigantesco presupuesto, 450 millones

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En su Artículo 2, relativo a la Naturaleza jurídica y objeto, los Estatutos del club señalan que “el Real Madrid Club de Fútbol es una entidad Deportiva que tiene como objeto y fin dedicar su actividad y patrimonio a conseguir, de forma primaria y principal, el fomento del fútbol, en sus distintas categorías y edades y, de forma general, la práctica de todos los deportes que determinen sus Órganos Rectores”. “De igual modo –continúa-, como complemento, podrá promover el desarrollo de la cultura física, moral e intelectual de sus afiliados, facilitando las relaciones sociales y el espíritu de unión entre ellos”.

Esta declaración de intenciones refleja sin dejar lugar a la duda la esencia de lo que debe ser el Real Madrid Club de Fútbol. Afirma la razón de ser de una entidad plasmándola desde la línea 4 de los citados Estatutos hasta la línea 12. Sienta la base del fin que debe regir los desvelos de dirigentes y empleados de la sociedad… pero se queda sólo en palabras. La realidad demuestra que precisamente sus supuestos guardianes se pasan la “Constitución Madridista” por el forro del incumplimiento. Los Estatutos les imponen una obligación: “de forma primaria y principal, el fomento del fútbol, en sus distintas categorías y edades…”. Entonces ¿por qué el Real Madrid no tiene categoría femenina?

En pleno albor del Siglo XXI uno de los motores de la solidaridad social es la lucha en pos de la igualdad de oportunidades, de hacer realidad el deseo de que hombres y mujeres son iguales para acceder al empleo, a la formación, a la promoción profesional, en las condiciones de trabajo o en el acceso a bienes y servicios y su suministro… pero resulta que son diferentes ante el fútbol. Porque el Real Madrid es el Fútbol, así, con mayúscula. O al menos sigue siendo gran parte de él.

A don Florentino Pérez Rodríguez se le atribuye esta frase: “El fútbol femenino no es rentable y no interesa” (El Confidencial, 31-10-2009). Puede que quizá hoy no interese. Pero al margen de que a su enorme olfato de negociante no puede habérsele escapado el olor de la opinión de un organismo tan apegado al vil metal como es la FIFA (“el fútbol femenino se ha convertido en un fenómeno mundial, en la llave que conducirá al crecimiento del deporte en todo el planeta. El futuro del fútbol es femenino”), ¿dónde entre la línea 4 y 12 de los Estatutos que él prometió cumplir está escrita la palabra “rentable”?

Sería muy rentable, por ejemplo, no ser objeto de escarnio si un día se presenta uno de sus socios (o socias, que para pagar el fútbol del Real Madrid también es femenino) en la puerta de la flamante Ciudad Deportiva para hacer una prueba a sus hijos, que como millones de personas en el mundo sueñan con jugar en este equipo. Y mientras a su hijo “varón” se le permite la entrada, a su hijo “hembra” se le niega. ¿Y si se presentasen cien? ¿O mil? ¿Sería rentable el daño a la imagen del Real Madrid? ¿Acaso así se ayuda a “promover el desarrollo de la cultura física, moral e intelectual de sus afiliados, facilitando las relaciones sociales y el espíritu de unión entre ellos”?

Pero es que, además, el fútbol femenino puede ser rentable. Sobre todo si te llamas Real y te apellidas Madrid. Gestionándose a través de la Fundación, como hacen otros clubes, con las desgravaciones que para las compañías colaboradoras conllevaría. No costaría un euro. Y si se crea una escuela y se llenan de niñas los campos de la Ciudad Deportiva, niñas que pagarían gustosas por aprender a jugar, se ganaría dinero. Más de uno, y de dos, incluso de tres, piensan que el día que el Real Madrid solicite voluntarias para realizar unas pruebas y crear su categoría femenina la fila de mujeres llegará desde el Santiago Bernabéu hasta la sede de ACS.

Como la comparación siempre hay que hacerla entre iguales, y aunque ahora quizá sean menos iguales que nunca, el Barcelona debe ser un buen ejemplo. El club azulgrana, también en féminas y desde hace muchos años, está realizando una labor encomiable con un objetivo claro: ser campeón. Su presupuesto se aproxima a la cifra de 375.000 euros (lo que supondría la friolera de un 0,08% del actual presupuesto del Real Madrid, 450 millones). Fuentes cercanas a clubes de Superliga creen que ser campeón de la Liga Nacional de Fútbol Femenino estaría a su alcance si invierten sobre los 500.000 euros (un 0,11% de los dineros blancos) y que luchar por la Copa de Europa quizá les hiciera llegar a los 750/800 mil euros (un 0,17% de los fondos del club merengue). En cualquiera de los casos el coste del fútbol femenino sería siempre un cero a la izquierda en el presupuesto económico del Real Madrid, pero sumaría en la nómina de simpatías a la hora de apuntalar la percepción de señorío, el respeto a su esencia y la adaptación a los tiempos que vive el designado como Mejor Club de Fútbol del Siglo XX.

Dicen que no hay nadie más pobre que quien sólo tiene dinero. O quien sólo piensa en él. Los Estatutos del Real Madrid reflejan que bajo la excusa de la rentabilidad no admiten todo. Sólo hay que limitarse a cumplirlos desde su Artículo 1, Denominación. Que, por cierto, señala: “Los presentes Estatutos regirán la vida de la Entidad Deportiva denominada REAL MADRID CLUB DE FÚTBOL” y no “REAL MADRID CLUB DE FÚTBOL MASCULINO”.

José Miguel Mata

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