El conjunto español dirigido por Joaquín Alonso derrotó a los anfitriones lusos por 3 a 2 en una escalofriante final en la playa Vila Nova de Gaia, en Portugal.

El combinado español dio la sorpresa al imponerse en la final al conjunto anfitrión por 2-3, gracias a los goles anotados por Llorenç, Raúl Mérida y Sidi. Es la primera vez que la selección que dirige el que fuera jugador del Sporting de Gijón Joaquín se proclama campeona de este torneo.

Además de un terrible ambiente en contra, con unas gradas llenas hasta la bandera que alentaban al conjunto local, y la lesión de Antonio Mayor, La Roja se encontró con otro temprano contratiempo. Alan Cavalcanti, el a la postre Mejor Jugador del Torneo, pondría por delante a los de Mario Narciso. Afortunadamente para los españoles, Llorenç igualó pocos minutos después, con su quinto gol en el torneo, que le convirtió en máximo goleador junto al local Nuno Belchior.

 

Tras ese intercambio de goles, el marcador registró un descenso estrepitoso de actividad. No sería hasta el final del segundo periodo que el balón encontró de nuevo la red. Y lo hizo una vez por cada lado. Primero, con un cabezazo preciso de Jordan a la salida de un córner, y luego con la respuesta de Raúl Mérida, que silenció sólo segundos después a una grada que saltaba de emoción con el 2-1.

 

Cualquier cosa podía pasar en el tercer y último periodo, y eran los portugueses los que parecían querer llevar la voz cantante. No en vano, esta era una oportunidad perfecta para los lusos de sumar su quinto trofeo y recortar así la distancia con Brasil, equipo más laureado en la historia de este Mundialito Futebol de Praia que se viene celebrando desde 1994.

 

Pero lo único que encontrarían los anfitriones es un terrible sinsabor. El que les produjo Sidi al deshacerse de su marcador en una jugada de estrategia y empujar el balón a las mallas de Hidalgo para poner por delante a España.

 

Portugal lo intentó con más ahínco en los cinco minutos que todavía le quedaban al partido, pero nada les funcionaría a los de Mario Narciso, que se toparon una y otra vez ante el ordenado sistema defensivo español. El pitido final certificaría poco después un nuevo momento histórico para el futbol playa nacional, que suma su primer Mundialito a un creciente palmarés.

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