A raíz de la agresión de un joven árbitro en León , el presidente de la FFIB hace una serie de reflexiones sobre el comportamiento de los padres de los futbolistas .
Cuando ya había escrito las reflexiones que siguen , me llegan los detalles de la brutal agresión a un joven árbitro del Comité Balear en Son Roca . Llueve sobre mojado ! Los árbitros tienen toda la razón para indignarse porque no hay derecho que se actúe con violencia cuando no se tienen argumentos deportivos. Los árbitros también son deportistas y no hacen más que aplicar las reglas del juego . Hasta que esto no lo tengan claro todos los que rodean al fútbol habrá episodios como el del capitán del Son Macià -sí, el capitán – que , por no estar de acuerdo con el criterio del juez , le pega puñetazos y patadas !
La Federación siempre estará al lado de los árbitros y luchará para que los clubes, los directivos , los seguidores y los jugadores , respeten esta labor arbitral . Las personas que no respetan los árbitros no pueden jugar a fútbol , ni ser directivos de clubes o técnicos. En la FFIB lo tenemos claro y daremos apoyo a las denuncias contra la violencia .
La educación de los futbolistas debe empezar a ca – suya. Por eso estas reflexiones :
PADRE DE FUTBOLISTA : NO HAGAS EMPEGUEÏR -SE TU HIJO !
La noticia llegó de León, pero cae como un mazazo en las conciencias de los que amamos el fútbol: en un partido de prebenjamines (6-7 años) el padre de un jugador agredió a un árbitro de 16 años y le causó lesiones diversas.
Seguramente, muchos coincidiremos en pensar que ese agresor es un mal padre, por el ejemplo que da a su hijo, y un cobarde, porque ataca a un menor (un árbitro casi niño) que está haciendo su trabajo. Si escarbamos en la noticia, leemos que el árbitro es un joven marroquí. Así pues, el mal padre y cobarde agresor también puede que sea un reprimido racista.
Lo que está claro es que este sujeto es una vergüenza para el club, para el equipo, para el colectivo de padres y, sobre todo, una vergüenza para su hijo.
¿Qué debió pensar el niño-futbolista de 7 años al ver que su padre agredía a puñetazos al árbitro? Seguramente le entraron ganas de desaparecer, de llorar, de correr hasta su casa y esconderse debajo de la cama. Un niño que está empezando a practicar su deporte favorito, que ha encontrado un grupo de amigos con los que forma un equipo, que acaba de aprender las reglas del juego, que se entrena entre semana y se viste los domingos con los colores de su club, no se merece tener un padre que a puñetazos le destroza toda esa ilusión infantil.
Aquí en las Illes Balears también hemos tenido algunos ejemplos de agresiones a colegiados por parte de padres de jóvenes futbolistas. Por supuesto, contaron con la condena inmediata de los clubes afectados (esta temporada, el CD Manacor prohibió la entrada de un padre agresor y el club La Salle expulsó tanto al padre agresor de un árbitro, como al jugador cadete).
Desde la Federación siempre hemos luchado para que estas situaciones no se reproduzcan y hemos organizado campañas diversas. Los árbitros hace años que pusieron en marcha un eslogan muy acertado: NO AL INSULTO. Porque si no hay insultos previos, no hay agresiones. Así de fácil.
Ésa es la clave. Porque muchas veces, el ambiente que se vive en las gradas de cualquier partido de fútbol base está contaminado por los insultos de los padres de los jugadores. Insultos al árbitro, sobre todo, e insultos también a los otros jugadores, sean juveniles, cadetes o infantiles, o a los seguidores del otro equipo. ¿Cómo pueden esos jugadores jóvenes aprender a jugar sin violencia, con nobleza, con respeto hacia las reglas y las decisiones arbitrales, si desde la grada les llegan las agresiones verbales de sus propios parientes?
Nos consta que hay padres que se comportan de forma intachable, pero también los hay que prefieren no ir a ver a sus hijos para no tener que aguantar el espectáculo de los progenitores-hooligans.
¿Qué podemos hacer desde la Federación? Continuar con nuestras campañas antiviolencia, apoyar a los árbitros en el desempeño de su difícil tarea, y aleccionar a los clubes para que no sean permisivos con sus socios o simpatizantes agresivos. Detener a tiempo a un padre que insulta al árbitro puede evitar futuras agresiones. Y para pararlo se le puede hacer esta reflexión: «Si quieres ser un buen padre, ¡no avergüences a tu hijo!»
MIQUEL BESTARD
Presidente de la FFIB
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