Lleva en Ibiza desde que era un crío y cuando entró en la adolescencia descubrió el mundo del arbitraje, que le ha reportado muchas satisfacciones. La última, haber sido el colegiado más brillante del grupo XI de la Tercera División en la temporada 2013-14, tras las puntuaciones otorgadas por los informadores del Comité Balear de Árbitros. Nunca antes había estado tan arriba en este ´ranking´.
Alberto Morena Llorens (Cuenca, 24 de junio de 1980) lleva casi dos décadas arbitrando y ocho años haciéndolo en la Tercera División. El árbitro ha tocado techo porque ya no puede ascender a una categoría mayor: «He pasado a la sección abuelo. Quiero mantenerme en Tercera lo máximo posible y preparar a la gente joven, que hay mucha y buena», afirma.
Los colegiados, blanco de las iras en el mundo del balompié, son reacios a conceder entrevistas, pero Morena accedió a responder a todas las preguntas planteadas.
-¿Cómo lleva lo de haber sido el mejor colegiado de Tercera?
-Bien, uno no se lo acaba de creer cuando te lo dicen, pero al recibir el reconocimiento de todos tus compañeros empiezas a asimilarlo. Piensas que no has hecho tan mal trabajo durante la temporada y que en determinados momentos has tenido suerte en las decisiones que has tomado.
-¿Se esperaba acabar el primero en las puntuaciones?
-No. Llevo muchos años trabajando para hacerlo lo mejor posible, pero no creía estar en lo más alto porque hay gente muy buena. Aunque las críticas sean muy malas, hay árbitros muy preparados. Alguna vez había estado entre los diez mejores, pero nunca tan arriba.
-¿Qué tipo de colegiado es ustes? ¿Cómo se definiría?
-Esto tendrían que decirlo los que me ven desde fuera. Soy exigente o dialogante cuando creo que debo serlo. Normalmente, con las acciones de libro [el reglamento], como digo yo, soy muy estricto. Desde que empecé en el arbitraje, toda la gente que rodea al fútbol me ha dado a entender que si no empiezas exigiendo luego no puedes exigir.
-¿Cómo se prepara, cuánto entrena durante la semana?
-Entre la familia, el trabajo y demás, entreno lo que puedo. Cuando tengo un rato libre, intento prepararme físicamente. Luego, entre una y dos veces por semana, los árbitros vamos a la sede del comité insular para ver vídeos de situaciones de juego y repasar el reglamento para tenerlo siempre fresco. Me quita bastante tiempo para estar en mi casa, pero todo tiene su recompensa, como se ha visto este año.
-¿Cuál cree que es nivel del arbitraje en Balears y, por extensión, en las Pitiusas?
-En Balears es bastante bueno, pero es mejorable, como en todos sitios. En las Pitiusas, siempre les he dicho a los compañeros que si somos capaces de arbitrar un partido de Regional podemos pitar también en Segunda División. Considero que mis colegas en Ibiza y Formentera están haciendo un gran trabajo. Casi todos podrían estar pitando en Tercera División perfectamente.
-¿Tan complicado es pitar un partido de Regional?
-En la Regional pitiusa hay unos hábitos adquiridos que no se pueden quitar de la noche a la mañana. Jugadores y entrenadores me han dicho en varias ocasiones que la categoría insular no es la Champions. A lo que yo les contesto que si van a jugar a fútbol existe un reglamento que deben conocer, sea cual sea la categoría. En fútbol hay mucho desconocimiento en este aspecto, sobre todo en Regional. Lo que tienen que lidiar mis compañeros día a día en esta última competición es muy complicado. Los tengo en un pedestal.
-¿Por qué decidió dedicarse al arbitraje en el fútbol?
-Yo jugaba a fútbol en Ibiza y los entrenamientos los acabábamos muy tarde. Al día siguiente tenía que estudiar y llegaba al instituto molido. Mis padres me dijeron que debía escoger entre el fútbol o los estudios, y elegí esto último. Pero un amigo me animó a hacer el cursillo de árbitros. Empecé, me gustó y aquí estoy. Así llevo desde el año 1995.
-¿Alguna vez se ha arrepentido y se ha planteado dejarlo?
-La verdad es que de momento no. Hay veces que no te apetece ir a según que partidos y a otros vas más motivado. Pero nunca me ha pasado por la cabeza abandonar. Si me he ausentado en algún encuentro ha sido por causa de fuerza mayor.
-¿Ha pasado miedo dentro del campo alguna vez?
-No. He afrontado situaciones complicadas, pero lo que se dice pasar miedo no. Tampoco he tenido que defenderme nunca.
-¿Cuál fue su momento más delicado, de mayor tensión?
-Fue en Formentera, pero no hace falta comentarlo.
-¿Cómo es la relación con los futbolistas? ¿Qué se cuece en el terreno de juego y qué se comentan entre ustedes?
-Dentro de lo que cabe siempre hay respeto entre nosotros. Los futbolistas saben que si faltan al respeto al que dirige el encuentro van a ser sancionados, aunque siempre hay alguno que va de listo. Cuando dialogamos nos decimos cositas, pero en todo momento como caballeros. En ocasiones me he cagado en mis muelas, como digo yo, y me he tenido que poner serio, pero con educación.
-¿Cómo afronta las críticas que recibe el colectivo de muchas de las personas que rodean y forman parte del fútbol?
-Lo tengo bastante asumido, pero no lo llevo todo lo bien que debería. Hay críticas que no se harían si el que las formula supiera el reglamento o la situación en la que se encuentra el árbitro. Es muy complicado lidiar con once jugadores de un equipo, el banquillo y la afición y mantenerse frío. A las personas que nos critican las pondría en esa situación límite para ver cómo reaccionan. Luego les haría ver por qué a veces pasan cosas.
-¿Se sienten respetados?
-En otros deportes el árbitro se siente más protegido porque tiene herramientas más contundentes para castigar las infracciones. Por ejemplo, el otro día en el partido del Real Madrid y el Barcelona, de la final de la Liga ACB de baloncesto, el entrenador madridista se pasó. Su acción fue sancionada y creo que acabó perjudicando incluso en el marcador a su equipo. Nosotros, en el fútbol, estamos más con el culo al aire. Si un entrenador te pone a parir, lo máximo que puedes hacer es expulsarlo. Esto acarrea luego una sanción económica que no suele ser muy grande.
-¿Es de los que rearbitra los partidos en casa?
-Soy de los que se arrepiente de no haber hecho más. A veces hay jugadas en las que me he quedado corto. Por ejemplo, que no tendría que haber sacado una tarjeta amarilla sino una roja, porque entonces no me habría pasado lo que vino después. Pero también intento olvidarlo todo lo antes posible.
Paco Murillo
Diario de Ibiza
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