El Real Mallorca ha llegado a un punto crítico en lo referente al estado de la tesorería. Hace meses que tuvo que dejar a proveedores para priorizar otros gastos considerados más urgentes, y la consecuencia es que ayer no había cal en Son Bibiloni para marcar las líneas del terreno de juego.
Tenían que jugar el San Francisco y el Zaragoza de la categoría División de Honor juvenil, pero antes del encuentro algunos trabajadores de la Ciudad Deportiva se dieron cuenta de que ya no quedaban sacos de cal. El proveedor los había dejado de suministrar por falta de pago.
El San Francisco juega habitualmente en Son Bibiloni porque en categoría juvenil es un «filial» del Mallorca, pero uno de sus responsables se vio obligado a ir rápidamente al campo de Son Fuster, donde el club tiene su sede social, para proveerse de unos saco de cal y el carrito para pintarlas.
De este modo el encuentro se pudo disputar, pero empezó con media hora de retraso ya que el colegiado quería suspender el partido al ser imposible ver las lineas de las áreas.
Lo sucedido es un síntoma más de la dramática situación económica por la que atraviesa el Real Mallorca. Desde hace meses se priorizan los pagos de las nónimas –que en ocasiones llegan con retraso–, Seguridad Social y Hacienda.
El campo donde tenia que jugar el filial de Javier Olaizola estaba en las mismas condiciones que el del San Francisco y con la cal que sobro se repasaron las lineas de áreas, porque seguramente tampoco se hubiera jugado.
Una penosa imagen la que se dió, porque el rival del San Francisco era el Real Zaragoza que no entendía lo que pasaba y el del Mallorca B, el Espanyol de Barcelona, a todo ello se disputaron los dos partidos y se ganaron que al final es lo más importante.
Redacción
Fotos de O. Riera para Fútbol Balear.
DM
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