Ernesto González
El césped artificial es una superficie cada vez más adoptada en nuestras ciudades. Su facilidad de implantación y el poco mantenimiento que requiere en comparación con los campos de fútbol de césped natural hacen que los ayuntamientos lo prefieran, pero ahora todo esto podría cambiar. La cadena NBC está llevando a cabo un estudio que podría destapar un buen número de casos de cáncer asociados a esta superficie de juego.
La entrenadora de fútbol Amy Griffin, natural de Seattle, ha sido testigo durante los últimos años de un buen número de casos de jugadores jóvenes de fútbol a los que se les ha detectado cáncer, en concreto leucemia. Todo comenzó en 2009 cuando las dos porteras a las que Griffin estaba entrenando fueron diagnosticadas con esta enfermedad, lo que levantó la curiosidad y preocupación de la entrenadora.
El culpable podría ser el caucho que se emplea en los campos de césped artificial para convertirlo en una superficie más blanda que amortice mejor las caídas y los golpes, así como un mejor rebote del balón. Este caucho comenzó a incluirse a partir del año 2000 en este césped y proviene en su mayoría de antiguos neumáticos triturados y son esas pequeñas bolas negras con las que todo aquel que haya jugado en uno de estos campos ha acabado repleto hasta arriba. Precisamente los porteros, quienes pasan una mayor parte del tiempo sobre este caucho, los que más casos de leucemia han protagonizado al respirar los vapores que estos gránulos pueden desprender o el contacto de estos con los cortes y rozaduras que pueden hacerse durante un partido.
«He entrenado durante unos 26 años y no había visto ningún caso de cáncer en mis primeros 15 años como preparadora, desde entonces parece algo común en los niños», alerta Amy Griffin, quien ha reportado un total de 38 casos de esta enfermedad entre futbolistas, de los cuales 34 son guardametas.
A día de hoy, ningún estudio oficial relaciona el caucho del césped artificial con el cáncer y los argumentos de Griffin se basan en casos que ella misma ha recogido, pero parecen suficientes como para preocuparnos sobre si esta superficie es segura para nuestra salud. También es cierto que no han habido estudios en profundidad sobre los efectos de esta goma triturada (que puede contener benceno, carbono o plomo) en la salud de las personas, mucho menos sin es ingerida vía oral. Los actuales estudios tampoco pueden concluir si este césped puede tener efectos nocivos sobre los niños.
El principal problema reside en que decenas de miles de diferentes neumáticos de diferentes marcas pueden usarse en un campo. Algunos de ellos podrían contener materiales como el mercurio, el plomo, el benceno, los hidrocarburos aromáticos policíclicos o arsénico entre varios otros productos químicos, metales pesados y sustancias cancerígenas que se han encontrado en los neumáticos, algo que es muy difícil de controlar, sobretodo en la cantidad a la que se encuentran.
En España se estima que de los 7.000 campos de fútbol censados en todo el país más de la mitad son de césped artificial dada su facilidad de instalación y mantenimiento, por lo que si finalmente se demuestra la estrecha relación entre esta superficie y los casos de cáncer infantil, sería bastante preocupante.
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