David Alba
Hay que ser muy especial para dedicarse al arbitraje. No todo el mundo está dispuesto a pasar un fin de semana soportando el griterío o que se acuerden de la madre de uno. Sin embargo, cuando están en juego los proyectos y las ilusiones de los clubes de fútbol es, incluso, comprensible que los niveles de frustración en la grada -y en los propios equipos- lleven a los aficionados a descargar su ira por las decisiones arbitrales. Desde hace un tiempo muchos clubs de la regional pitiusa lamentan los errores continuados de los referís y se preguntan si no se podría hacer algo para mejorar la calidad de éstos.
Sin embargo, sólo unos pocos responsables de estas entidades han querido hablar para ver si se puede encontrar una solución al clima de crispación que se produce cuando hay tanto en juego. “Creo que los equipos deberíamos no complicar a los árbitros”, opina el presidente del Ciudad de Ibiza, Ángel Nadal, que cree que “hay que protestar lo menos posible” para reducir la tensión en los partidos. “Si no les dejas respirar es normal que se equivoquen”, señala en tono conciliador Nadal e indica que, a pesar de que a veces le dan ganas de pegar un grito, se trata de una cuestión de actitud. “Todos somos responsables”, asegura.
En este mismo sentido se ha manifestado Pepe Vidal, presidente del CD Ibiza. “Es difícil ponerse en la piel del árbitro”, señala el dirigente deportivista, que cree que en la grada se ve “todo mejor”. Así, opina que los arbitrajes han ido “mejorando” en los últimos años aunque recalca que es complicado no equivocarse. “¿Se equivocan los árbitros de Primera División, con toda la tecnología que tienen, y no se pueden equivocar los de Preferente?”, observa el presidente de Sa Deportiva que, quizás, añadiría un cuarto colegiado para los partidos si bien entiende que es complicado por la escasez de profesionales.
Por su parte, Toni Parlerm ‘Llimu’, presidente del Sant Jordi Atlético y directivo de la P.E. Sant Jordi, coincide con sus homólogos en el diagnóstico: es muy difícil ser árbitro. En este aspecto, cree que en partidos complejos como el disputado el pasado domingo en el Kiko Serra, sería aconsejable que las bandas las ocuparan linieres más experimentados. “Son chicos de 16, 17 y 18 años que tienen que aguantar la presión del público y de los propios jugadores”, lamenta. Así, aunque entiende que el Comité les envía para “aprender”, existen partidos puntuales en los que, por el bien de los propios chicos -que reciben multitud de insultos- y de los equipos que se juegan proyectos económicos y sociales, los asistentes deberían tener más rodaje en la categoría.
Futbolpitiuso.es
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