Alineaciones:
FC Barcelona: Ter Stegen; Dani Alves, Piqué, Mascherano, Jordi Alba (Sergi Roberto, min 119); Sergio Busquets, Iniesta, Rakitic (Mathieu, min. 45); Messi, Neymar y Luis Suárez (Rafinha, min. 56).
Sevilla FC: Sergio Rico; Mariano (Konoplyanka, min. 79), Carriço, Rami, Escudero; Krychowiak, Iborra (Llorente, min. 105); Coke, Banega, Vitolo y Gameiro.
Goles: 1-0, min. 96: Jordi Alba aprovecha un gran pase de Messi al espacio para batir a Sergio Rico, superando en la carrera a Vitolo. 2-0, min. 122: Neymar marca tras recoger un pase de Messi en el área rival.
Árbitro: Del Cerro Grande del Comité Territorial Madrileño.
Tarjetas: amarilla a Rami (min. 72), Vitolo (min. 74), Jordi Alba (min. 87), Neymar (min. 89), Alves (min. 89), Iniesta (min. 89), Iborra (min. 90+4), Krychowiak (min. 92), Konoplyanka (min. 102) y Escudero (min. 103).
Comentario:
Fue el triunfo de la fe y de la personalidad, del carácter de un equipo que supo sobreponerse a un mundo de adversidades para superar al Sevilla, uno de los rivales más ásperos del fútbol europeo. El Barça ganó la Copa del coraje y de la épica gracias a un gol de Jordi Alba en la prórroga, tras perder a Luis Suárez lesionado por el camino y jugar más de 85 minutos con un hombre menos por la expulsión de Mascherano.
Aupado por la batuta de Iniesta y el talento de Messi, el Barça se elevó en el Calderón para lograr una victoria forjada en el carácter, más que en el fútbol. Con casi todo en contra, el equipo blaugrana plantó cara al Sevilla y supo resistir los 120 minutos recurriendo a su carácter competitivo y ganador.
El gol decisivo lo firmó Jordi Alba en la prórroga, pero el Barça ganó la final agarrado al liderazgo de dos de sus figuras, Andrés Iniesta y Leo Messi. El capitán dio una lección de templanza y sabiduría futbolística. Estuvo omnipresente, incluso cuando peor lo pasaba el Barça. Y Leo pidió la palabra en todo momento, decisivo en su faceta de asistente, fundamental en la jugada de los dos goles.
El Sevilla empezó mejor
Y sin embargo, el Sevilla se adueñó del partido desde el arranque, buscando a Gameiro con balones largos, a la espalda de los centrales del Barça, y sacando partido de la potencia de Iborra como media punta.
Mientras el Barça se dedicaba a tomarle el pulso al partido, el Sevilla se aplicaba al guión de Emery: líneas muy juntas, ayudas defensivas y un patrón de juego muy claro, sin grandes elaboraciones, buscando la carrera de Gameiro o las internadas de Coke y Vitolo.
Sin embargo, la primera gran ocasión del partido fue para el Barça: Iniesta filtró un buen balón bombeado al espacio que ocupaba Luis Suárez, pero el remate del uruguayo salió desviado.
Respondió el Sevilla con otra aproximación igual de peligrosa: Vitolo ganó la línea de fondo, superando a Rakitic y dejando un gol casi cantado para Coke, que remató mal, con el pie izquierdo, casi al banderín de córner. Volvió a intentarlo Escudero, que se topó con un inspirado Ter Stegen.
No había tregua en el Calderón: el Barça intentaba controlar el partido y el Sevilla, agitarlo. La intensidad la puso el Sevilla mientras el Barça se encomendaba al talento de Messi: el argentino se movió bien entre líneas, pero a la hora de combinar con sus compañeros, le faltaron socios.
Mascherano, expulsado
El partido amenazó con cambiar de signo poco después de la media hora de juego, cuando Mascherano fue expulsado con roja directa por Del Cerro Grande. Iborra había prolongado un balón con la cabeza, ganándole el salto a Piqué, y el balón quedó a pies de Gameiro, que enfocaba a Ter Stegen en solitario cuando el argentino le derribó.
El árbitro no lo dudó, pese a las protestas de los jugadores del Barça. Banega estuvo a punto de marcar en la falta resultante, desde el balcón del área, pero Ter Stegen salvó el gol a mano cambiada, en una acción extraordinaria.
El meta alemán aprovechó para arengar a sus compañeros, que aún rumiaban la expulsión de Mascherano. Y la bronca de Ter Stegen surtió efecto porque el Barça reaccionó con dignidad, sobreponiéndose a las circunstancias. Piqué pudo marcar a la salida de un córner y el equipo blaugrana cerró la primera mitad en el área del Sevilla. El central catalán jugó uno de sus mejores partidos de la temporada: excelente al corte y líder del equipo en los peores momentos.
En el descanso, a Luis Enrique le tocó decidir: dejó en el banquillo a Rakitic para apostar por Mathieu, que estuvo providencial en defensa, atento durante toda la segunda parte, convertido en la pareja ideal de un gran Piqué.
y Suárez, lesionado
El inicio de la segunda mitad fue un cúmulo de despropósitos para el Barça: Banega estuvo a punto de marcar (su disparo se estrelló en el palo derecho de Ter Stegen) y en la misma jugada, se lesionó Luis Suárez y Messi quedó aturdido tras un choque con Carriço. Según el árbitro, falta de Leo; según el resto del mundo, un choque en un balón dividido. Del Cerro Grande acertó en la roja a Mascherano, pero su gestión de las faltas y de las tarjetas fue lamentable.
Suárez se lesionó en los isquiotibiales intentando controlar un balón: el uruguayo se retiró del campo desconsolado, resignado a su suerte, consciente de que era imposible seguir en el campo. Le sustituyó Rafinha y el Barça empezó a jugar con un dibujo extraño, un 4-4-1 con Messi como único delantero y Neymar ejerciendo de interior.
Obligado a luchar contra lo humano y lo divino, el Barça cambió de piel: se olvidó de la estética y del juego de posición para entregarse a un ejercicio de supervivencia. El Sevilla dominaba con autoridad, pero el Barça no desapareció del partido: dio la cara y resistió los embates del rival con dignidad.
Krychowiak tuvo el gol en un remate de segunda jugada en el minuto 65, pero Busquets rechazó de manera milagrosa. Al Sevilla le tocaba atacar en estático, algo que no se ajusta a su naturaleza de equipo eléctrico, de ida y vuelta. Los papeles se habían cambiado: reculaba el Barça, dominaba el Sevilla. El partido era pura intensidad.
Y el Barça supo leer el partido con grandeza: a medida que caían los minutos, el equipo se encontraba más cómodo frente a un Sevilla que no supo descifrar su ventaja. Con un jugador menos, el Barça no fue peor. Más bien al contrario. Se creció en la adversidad al mismo tiempo que el equipo andaluz se minimizaba, víctima del miedo a ganar.
Con poco fútbol y mucha tensión, los focos apuntaron al árbitro: Del Cerro Grande dejaba jugar cuando tocaba pitar falta, y pitaba falta cuando tocaba dejar jugar, para desesperación del Barça. Luis Enrique se desgañitaba en su área técnica y hasta Iniesta fue amonestado por protestar.
Numéricamente, el partido se igualó en el tiempo añadido. Banega fue expulsado por derribar a Neymar, que ya encaraba a Sergio Rico. Messi ejecutó la falta, pero el portero del Sevilla envió el balón a córner. Ambos equipos, exhaustos, firmaban la prórroga.
goles de infarto en la prórroga
En la prórroga, el Barça volvió a ser el Barça: fiel a su ADN ofensivo, mirando sin reservas la portería rival, arropado por una afición incansable. Y en una jugada de contragolpe, el equipo firmó el gol más celebrado de la temporada: Messi levantó la cabeza en el círculo central, vio la carrera de Alba por la banda izquierda y envió un balón perfecto.
El lateral, que no había marcado en toda la temporada, conecto un disparo en semifallo que batió a Sergio Rico. El gol disparó la euforia en la grada y en el césped: todo el barcelonismo explotó de alegría tras sufrir lo indecible.
Piqué estuvo a punto de firmar el 2-0 en un remate de cabeza que Sergio Rico desvió brillantemente en la última acción de la primera parte de la prórroga.
Con ventaja en el marcador, el Barça supo gestionar lo que quedaba de prórroga. Pero hasta el árbitro parecía empeñado en trabar el partido: Del Cerro Grande amenazó con retirarse por lesión, pero continuó dirigiendo el partido.
El Barça solo respiró tranquilo en el minuto 122, cuando Messi encontró a Neymar en el área del Sevilla. El brasileño controló el balón, levantó la cabeza y superó al portero rival. La tensión acumulada durante todo el partido se desató en lágrimas de emoción.
Fotos de Guiem Sanchez para Fútbol Balear.
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