«Debemos ser valientes, afrontar la enfermedad y que no nos intimide, pero sé que te acobarda» – «Todos tenemos un cuentakilómetros, por eso es importante relativizar» – «Acepté la renovación del Petra»
Jaume Valles
El exjugador del Arenal, Margaritense y Atlético Baleares está a un paso de hacer historia con el Petra, que puede ascender a Tercera por primera vez. El técnico, licenciado en Psicología, afronta desde hace dos años su partido más difícil al luchar contra un cáncer. Lo afronta con entereza y naturalidad.
-De golpe un día se nubla.
-Te dicen que tienes cáncer y te quedas KO. Como si hubiera un vacío, no sabes cómo reaccionar. Enseguida llamé a mi hija, lo que es un problema añadido porque estudia medicina. Pobrecita. Me dijo: «Enseguida que tengas noticias me llamas». La llamé para decirle: «Tengo un tumor grande en el colon». La fase de la enfermedad estaba avanzada porque tenía metástasis. Todos quedamos en estado de shock. Hablé varias veces con ella y le dije: «Escúchame bien, estaré, afrontaré, seré valiente y no te preocupes por mí. Estaré bien, pero lo hemos de estar todos».
-Es usted muy frío.
-Debemos hablar abiertamente de todo, de la posibilidad de morirse, de la posibilidad de que vaya bien, de la posibilidad de todo. Esto tiene que ser una cosa normal porque la posibilidad existe, no la tenemos que negar. A partir de aquí nos hemos de adaptar emocionalmente.
-No me negará que no es fácil.
-Repito que la primera reacción fue de vacío. Me dije: «Ostras, qué pasa aquí. No puede ser que yo tenga una cosa de estas. No he fumado nunca, no he sido un bebedor y he llevado una vida relativamente saludable». Sin embargo, después pasas página y piensas que hay muchos como yo. Con estas cosas no se tiene que hacer el papel de víctima, ni cuando se pierde en el fútbol. Sobre todo porque es una noticia terrible que afecta, especialmente, a uno mismo y a tu entorno más cercano.
-¿Qué se le pasó por la cabeza en ese momento?
-Lo primero mis hijos, que son jóvenes. La niña estudia en la universidad y el niño irá el año que viene. Y claro, te planteas cómo lo podemos gestionar. Lo tuve claro, teníamos que partir de la verdad. Igual que en el fútbol y en todo en la vida, hemos de partir de la verdad. Y por otra parte no quiero que se preocupen excesivamente por mí. Debemos ser valientes, afrontar la enfermedad y que no nos intimide, a pesar de que sé que te acobarda, y mucho. Tenemos que tirar hacia adelante y ser positivos. Siempre hemos hablado abiertamente.
-Su entorno más cercano es el que peor lo sufre.
-La niña está en Lleida pero ponemos remedio y hacemos videoconferencias. Siempre hablamos. Ella, que es madura, ha sido una muleta muy importante para mí en el día a día al igual que mi mujer, una persona de 50 años a la que parece que le haces una mala jugada, una putada. Pero hemos de saber manejar la situación. Tenemos que hacer piña y tirar hacia adelante. Y todo esto ha ido relativamente muy bien, estoy contento. Antes de los dos meses ya estaba trabajando. Con quimioterapia trabajaba normal.
-¿Cómo es el día a día?
-Si te ven funcionar, ellos dicen y perciben que hay normalidad y les tranquiliza. Y si en un momento determinado las cosas no fueran bien, al menos todos estos momentos no habrán sido de angustia. Ya nos angustiaremos si en un momento determinado las cosas no van bien y no es posible variarlo. Pero si las cosas las puedes aguantar, tener y reciclar, no sé si en positivo, de cara a tu entorno, que ven que tú luchas, que estás bien, yo creo que tendrán más facilidades.
-¿Cómo está?
-En el primer año, que tenía energía de base, no estuve de baja, lo que pasa que el segundo año lo inicié con una bronquitis y no acaba de irse. Todo esto se mezcla con el hecho que hay según qué cosas que me impiden hacer vida normal. Me ha costado más estar tirado en el sofá, no moverme, que no el hecho en sí de que las cosas, por momentos, van bien y otros no. Debemos ser optimistas. Ahora llevo un mes sin trabajar y eso me castiga porque el trabajar me da vida. Llegó un momento que recibía quimioterapia y y tenía bronquitis, y por las noches tenía fiebre e iba a trabajar y al fútbol. Estaba KO. Este proceso me ha hecho perder kilos progresivamente.
-¿El fútbol es una distracción?
-Es la droga perfecta. Tengo dolor, mucho dolor, y vengo aquí a entrenar y me encuentro muy bien. Luego vuelven los dolores ya que tengo un problema. Lo que te da el fútbol, al menos a mí, es un contexto en donde para funcionar bien tienes que estar al cien por cien. A mí me gusta estar en los entrenamientos para que haya una tensión determinada dentro de los límites de la categoría. Esto hace que mientras estás pensando si la pelota va rápida o no, si el control está orientado o no, si hemos tenido profundidad o si se ha rematado a puerta, no piensas en nada más. Y te puedo asegurar que funciona.
-¿De verdad?
-Sí. En el primer año la única cosa que tuve fue a los tres meses. Tomaba una medicación que uno de los efectos secundarios podía ser una trombosis, y la tuve. El problema es que no me la detectaron bien en el hospital, pensaban que era un problema muscular. Tenía mucho dolor. Hubo un momento que iba con muletas. Era la pretemporada y jugábamos contra el Manacor juvenil A de Pep Sansó. Me acuerdo que cuando me vio me dijo: «¿Qué haces? Ves al hospital». No podía poner el pie en el suelo del dolor que tenía. A los 20 minutos ponía el pie en el suelo y ya daba órdenes desde la banda. Cuando acabó fuimos a cenar con las familias y les dije que me dolía mucho.
-¿El fútbol se lo ha dado todo?
-El fútbol me ha dado mucho y, sobre todo, me ha dado valores. Un ejemplo: conocí a Jaume Mut, ahora entrenador del Felanitx de Tercera, cuando tenía 16 años, en edad juvenil. Han pasado 36 años. Se lo dije, solo por eso ha valido la pena entrenar y jugar. A parte de todos los valores que te da si los sabes leer y encontrar, porque hay gente que entiende otra cosa, ser primeros, ganar, entrenar antes que el otro; para mí lo importante no es esto, es lo otro.
-Pues este año se han abonado a las victorias.
-Sí –se ríe–. Los valores en todo su contexto es una de las cosas que siempre les he intentado inculcar a mis jugadores. Mezclas un poco, relativizas, ganar es importante, claro que sí, todos queremos ganar, pero es mucho más importante con quién y todo lo que has hecho, y si los amigos que has hecho han sido de calidad.
-Ha recibido numerosos mensajes de apoyo y ánimo.
-Diría que se ha generado una sensación sobre todo de ternura. Cada equipo te acoge de una manera, depende de las sensibilidades de cada uno.
-¿Y su equipo?
-Es un grupo que no tengo palabras de lo bueno que es. En la charla de los partidos decía tres palabras y estaba cinco segundos tosiendo, cuatro palabras y tosiendo, no podía de ninguna manera. Y ellos han estado junto a mí. Por eso digo que es un gran grupo. Quisiera que lo pusieras con letras grandes. En otra charla me senté en un lateral y el capitán salió raudo a por una silla. Entró y me la ofreció. Esto a mí me emociona. Nunca me dicen nada, solo cómo estás, qué tal, qué te ha dicho el médico. Luego les rectifico como entrenador y no tienen ningún problema. Entienden que esta situación es especial. Se ha establecido un ambiente que yo he quedado muy sorprendido, pero mucho. Es una plantilla de 19 jugadores. Ahora cuando me dirijo a ellos van con más cuidado cuando ven que no puedes hablar mucho. Callan mucho más, no tienes que llamar la atención como antes, y a mí me ha llegado todo esto. Y me hace pensar que el fútbol nos da una serie de cosas que a veces no vemos o apreciamos, como los valores, que son importantes sacarlos y darles la importancia que tienen. Y a este grupo solo tengo que agradecerle todo lo que ha hecho.
-¿Cómo ve el futuro?
-Je, ¡cómo veo el futuro! Y la enfermedad también. Tener una enfermedad como esta es jugar con la incertidumbre. Jugar con qué pasará en el próximo tac que me harán, qué me dirá ese tac y qué me dirá el médico del tac, y cómo han salido las diferentes analíticas de aquella nueva quimio, si te funciona o no. Esto es una incerteza. A mí me han ofrecido la renovación para la próxima temporada. El presidente, un íntimo amigo mío, me lo ha ofrecido. Esto le honra. A veces no puedo cumplir y me ha ofrecido renovar, pero yo parto con este aspecto. Le he dicho que sí. Sería la misma idea de siempre. El problema sería si el equipo subiese –se ríe–. Tenemos muchos jugadores de Petra y llegarían más, y con la idea de dar gusto al pueblo y que el pueblo vuelva a hablar de fútbol y se movilice por él. Ahora bien, puede ser que en un momento determinado el oncólogo me diga, escucha Pere, para. Si me dice para, tendré que dejar de entrenar.
-Si pueden ascender, ¿subirán?
-Nunca pararé para no subir, esto es un problema adicional; yo, si puedo ser primero quiero ser primero. Sé que está más que complicado, el Manacor lo tiene muy bien, pero a veces ha habido gente que nos ha dicho, bueno, si quedamos el quinto o el sexto miraremos los cruces. Repito, si podemos seremos primeros, si no segundos, si no terceros.
-Es usted muy valiente.
-No me siento una persona valiente, me siento una persona pragmática. Te dicen qué tienes y a partir de aquí qué podemos hacer para sacar lo mejor de esta situación. O de eliminar lo peor de esta situación. Y esto es pragmatismo. Además, pasas página y te preguntas cuál es la alternativa. Mi padre siempre nos decía: «Si las cosas se tienen que hacer, deben hacerse bien hechas». Uno tiene que ser responsable y hacer las cosas lo mejor que sabe.
-¿Siempre ha querido conocer el alcance de su enfermedad?
-Todo –afirma categórico–. Se lo dije al médico. Hubo un momento, cuando fui al cirujano que me operó, que me dijo que había ido muy bien. Un año de quimio y luego te operaremos del hígado y verás que todo se te irá. Luego fuimos a ver al oncólogo, y me dice: «Para el carro. Tienes metástasis y puede ser que vaya bien, puede ser que vaya muy bien pero puede ser que no vaya bien. Esto era la primera vez. Ahora tenemos una buena relación y le aprecio mucho. Incluso le dije: «Dime cuánto tiempo me queda». Yo tengo que preparar las cosas, no quiero quedar al margen de este proceso.
-Y dice que no es valiente.
-Tanto en el fútbol como en todos los ámbitos de la vida, con esto también, la verdad es muy importante. ¿Qué gano con que me escondan cosas, qué gano yo escondiendo cosas a los otros? ¿Controlar el miedo? Pero no se te va. La angustia siempre está y el miedo también. A veces es mejor comentar una cosa a mi hija o a mi mujer cuando estoy un poco desesperado. Claro que entre medias ha habido muchos lloros. Y yo detrás he llorado mucho. Ha habido días que me he sentido maltratado por la vida y me he dicho que no hay derecho. Sobre todo en las temporadas del dolor, que es lo que llevo peor. El otro día les dije a los míos que la vida me ha hecho una putada y yo os hago una putada a vosotros. Esto es difícil de llevar, no hay manera. Luego te animas y dices, no, esto no es así. La verdad es la que es, tú tienes lo que tienes. No quisiera que pensaras que esto es un discurso, por favor.
-¿La enfermedad le ha hecho más humano?
-No sé si más humano, pero sí que relativizas mucho más las cosas, que es lo más importante cuando tienes una cosa de estas. Quiero poder hacer caso a los míos, a mi madre para que se recupere, intentar dar un poco de alegría a mis hijos y a mi mujer porque esto es lo más importante. Ahora estamos aquí y mañana no lo sabemos.
-Es duro pero es la verdad.
-Todos tenemos un cuentakilómetros y todo los que hemos hecho de amargados son kilómetros perdidos. Por eso es importante relativizar y pensar que los que me quedan, si me quedan, muchos o pocos, no lo sé, hacerlos bien, porque uno no lo sabe, a lo mejor te ponen una quimio que te va muy bien y te reduce todo. Siempre te dicen: «Puede ser que». ¿Vale la pena enfadarse en exceso porque fallamos seis ocasiones de gol? No.
-¿Relativiza con su equipo?
-Sí. Los liberas. Les dices que no pasa nada, que hay cosas más importantes que eso. Hemos llegado, has hecho el trabajo que tocaba, has estado en tu posición, te han dado el pase preciso pero luego no has marcado, no pasa nada. Solo se puede equivocar el que lo intenta. Esto te ayuda a relativizar y lo digo de todo corazón. Andrés Salinas falló un penalti y le dije: «Tengo que agradecerte que lo lanzarás en el minuto 86 en vez de regañarte».
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