La decisión del San Francisco de prohibir el acceso al Polideportivo de Son Fuster de familiares y acompañantes a los entrenamientos y partidos de todo su fútbol base ha generado controversia. La postura adoptada por el club es firme y cuenta con el respaldo de la Federació de les Illes Balears (FFIB), que semanas atrás remitió a sus afiliados los protocolos a seguir en plena pandemia de la COVID-19.
La FFIB trasladó a los clubes una serie de normas de obligado cumplimiento, pero también dejó espacio a cada entidad para que decidiera su aplicación. «Nosotros elaboramos un documento de mínimos, pero después cada club puede endurecer estos protocolos sanitarios, están en su derecho», explicó a este diario un ejecutivo de la FFIB.
El Atlètic Baleares, por ejemplo, también tiene vetada la presencia de los padres en los entrenamientos de sus equipos inferiores, si bien si permite un acceso limitado a los partidos. Otros clubes con peso específico en el mapa futbolístico balear, como puede ser el caso de la Penya Arrabal, todavía no han decidido una postura definitiva respeto a la afluencia a los encuentros.
En el caso del San Francisco, entidad que mantiene una estrecha vinculación con el RCD Mallorca, varios padres han expresado su descontento con la decisión adoptada por Amadeo Spadaro, que parece firme. De hecho, durante este fin de semana, en el que ya se disputaron encuentros de fútbol base, se produjo una escena curiosa. Los familiares no pudieron acceder a Son Fuster, pero buscaron una posición exterior elevada para poder seguir los partidos.
«Es un tema delicado y cada club está siendo más o menos flexible. Ellos deciden porque son los responsables. Desde la Federació apoyamos cualquier decisión mientras se ajuste a unos mínimos», subrayaron fuentes federativas.
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