Javier Aguirre advirtió, antes de volar a Barcelona, que el Mallorca iba a intentar ganar, no a participar de una fiesta. Finalmente, su equipo pasó por el Nou Camp de la manera más insignificante posible, no creó absolutamente nada que pudiera inquietar mínimamente al equipo blaugrana, cierto que tampoco participó de la fiesta, simplemente no compareció. Difícil que en Barcelona se acuerden del equipo que estuvo el día de la despedida del ya viejo Nou Camp, de no ser por la desgraciada entrada de Amath sobre Balde, que tuvo que retirarse lesionado, una entrada tan desafortunada e innecesaria como involuntaria en el sentido de querer ocasionar ningún daño a su rival, entendibles pueden resultar las críticas recibidas a Amath viendo la entrada repetida en televisión, pero quienes conocen al jugador mallorquinista saben de sobra que él debe ser uno de los más afligidos por el resultado de su entrada absurda ya a destiempo.

El partido se desarrolló tal como quisieron los jugadores blaugranas, se dieron un auténtico festín jugando a placer y decidiendo en todo momento a quien le tocaba protagonizar las jugadas, como si de un entrenamiento se tratara, sin necesidad de esforzarse más allá de pensar como lucir la fiesta.

Sergio Busquets hizo de Busquets donde y cuando quiso y dejó su firma en uno de esos pases tan característicos suyos sobre Lewandowski, que pasó sobre Gavi para que éste cediera a Ansu, para marcar sin oposición y a puerta vacía. Se presentaba el día propicio para que se lucieran los que se despedían y los que menos han podido brillar durante el campeonado. El propio Lewandowski, con la temporada brillantemente culminada con el Pichichi bajo el brazo, cedió el lanzamiento de una peligrosa falta al joven Ansu. Mientras continuaba el recital local llegó el segundo de Ansu también a pase del jugador polaco.

Era cuestión de minutos que llegara el tercero, y fue Gavi el que marcó de gran zurdazo a media altura, cerrando así una gran temporada. El resto se divertían monopolizando la posesión de balón buscando más la floritura, hoy permitida y aplaudida, que la practicidad. Gracias a ello el resultado no fue más abultado. Sólo les faltó ir a lanzar algún balón sobre su portero Ter Stegen para que pudiera lucirse y celebrar con su público el récord adquirido de 26 partidos sin encajar un gol, así como su trofeo Zamora.

Del Mallorca poco que poder comentar, absurdo resulta mencionar que el primer gol sorprendió antes de transcurrir el primer minuto de juego, o que se quedó con un jugador menos a los 12 minutos, a modo de intentar proteger su incomparecencia en la despedida del Nou Camp. Tan triste fue lo ofrecido en conjunto como la innecesaria exposición de Dominik Greif, en un partido en el que no tenía nada que ganar y mucho que perder, auténtica falta de respeto.

Por lo demás gran fin de fiesta barcelonista celebrando su campeonato, la despedida de dos grandísimos jugadores como Jordi Alba y Sergio Busquets, los trofeos individuales de Ter Stegen y Rober Lewandowski y la despedida del Nou Camp.