Mallorca y Cádiz empataron a un gol en Son Moix, dando cumplimiento al partido aplazado en su día. Oportunidad perdida para alejarse de la zona de descenso y nos plantamos en diciembre sin saber lo que es ganar en Palma. Alcaraz y Abdón marcaron dos golazos, tan brillantes como oscuro el resto de partido. Alcaraz lo marcó a los 12 minutos de falta directa, lanzada de forma magistral con potencia y sorteando la barrena, haciendo inútil la gran estirada del portero local. Por su parte, Abdón marcó de gran cabezazo, no menos brillante que la jugada del primer gol, a los 45 minutos de la primera parte. Entre gol y gol, partido bronco con un Mallorca todo lucha, corazón y entrega, con tanto tesón e intensidad como falto de ideas. Los jugadores desbocados en busca del empate luchando cada balón como si fuera el último y estuviéramos en tiempo añadido de la segunda parte. Nadie intenta poner orden y tiempo desde el banquillo a tanta energía malgastada, Sergi Darder lo intenta desde el césped pero no es suficiente, y los jugadores mallorquinistas se empeñan en buscar el segundo gol antes que el primero.

La segunda parte todo igual, continuaba sobrando intensidad y faltaba orden por parte Mallorquinista, mientras los jugadores amarillos intentaban que no se jugara con la misma fuerza con la que intentaban hacerlo los locales, el partido subió un grado más la intensidad y se rozaba la tarjeta en cada encontronazo. El partido invita a verlo repetido por zonas del campo, en cada zona se libraba una batalla individual, aunque fuera por ganar una simple posición lejos del lugar donde existía la posesión. Si el banquillo local no aportaba nada para gestionar el ímpetu de sus jugadores, y poner orden intentando que se viera algo mínimamente trabajado, en ataque, por parte del colegiado debemos decir que tampoco estaba por la labor de poner un poco de paz entre tanto ímpetu. Una cosa es dejar jugar y otra es no saber ver entradas pasadas de revoluciones, por más que fueran sin mala intención. Se ahorró varias tarjetas amarillas que quizás hubieran ido bien en busca del espectáculo y mal a las intenciones del Cádiz en busca de que se jugara lo menos posible. Cuando decidió mostrar una amarilla con decisión, fue para Roger Martí por codazo sobre el rostro de Antonio Raillo, tarjeta que debió ser roja sin duda alguna, una vez visto repetido en televisión, el primer plano muestra claramente el golpe y la intención marcada en la cara de Roger.

Ahora toca pensar, cuesta decir preparar, en el próximo partido en Son Moix donde llegará un Alavés con el conocido sello de Luís García que, a buen seguro, intentará jugar mucho más a fútbol de lo que intentó el Cádiz, cosa que por las paradojas de este deporte le pude ir bien al Mallorca.