El Mallorca cae eliminado de la Copa del Rey, en la tanda de penaltis, dando una triste imagen ante los 3602 espectadores que presenciaron el encuentro. Desde los primeros instantes el Lleida ya dejó claro que venía a jugársela a los penaltis, con un 4-4-2 que en muchos momentos del partido los dos “puntas” no intentaban pasar más allá de la línea de tres cuartos de su propio campo, algunos tuvieron que esperar la tanda de penaltis para darse cuenta que en la portería local estaba Miquel Parera. Este planteamiento, con 120 minutos por delante, suele resultar un auténtico suicidio con casi nulas posibilidades de éxito ante cualquier equipo que no fuera el Mallorca que vimos esta noche en Son Moix. Increíble pero cierto que durante estos 120 minutos que el equipo visitante le cedió a los mallorquinistas, éstos no fueran capaces de crearle el más mínimo incordio.

Los barralets nos engañaron de entrada ante una aparente buena circulación de balón con un 4-2-3-1 que parecía prometedor, para pasar luego a un 4-4-2, poco duró el espejismo y poco tardamos en darnos cuenta que era un regalo del rival y que esta aparente buena circulación era un regalo de los de la Terra Ferma que llegaba únicamente hasta donde tenían montada la muralla, no diremos que infranqueable pero más que suficiente para que este Mallorca pudiera jugar tres días sin meter un gol. Únicamente Cedric pudo marcar tras un pase de Pol que remata con intención y potencia pero el balón se estrelló en el poste derecho de la portería defendida por Diego.

Incomprensible parecía, mientras pasaban los minutos, que la propuesta catalana pudiera estar dando tanto fruto. Pero este Mallorca del que hemos elogiado como un equipo bien trabajado defensivamente y que sigue sin encajar un solo gol, tiene que hacerse mirar con urgencia el tema de la parte ofensiva, la parte de creación. Se ha comentado mucho la falta de pegada desde que empezó la liga, pero más bien creemos que deberíamos decir la falta de creación, la “sala de máquinas”, la que “rompe”, crea espacios y descompone a las defensas contrarias. De lo contrario parece señalarse solo a los puntas de forma absolutamente injusta, ya que no les llega un solo balón en condiciones de ser rematado, salvo los exquisitos centros de Javi Bonilla, ausente en este partido. Recordemos que la única ocasión clara de rematar del pasado domingo que se presentó a Cedric fue un regalo de un jugador rival.

En definitiva, adiós a la copa y esperemos que la parte creativa del equipo no tarde en llegar.