Es centrocampista, pero domina la medular tan bien como se mueve en la frontal de área. Ha sido la mayor goleadora de este Mundial sub-20. Y después de la final, la nombraron mejor jugadora del torneo. Pero recibió todos esos galardones, la Bota de oro, primero, el Balón también de oro, después, con el gesto serio, la rabia contenida. Patri Guijarro, entereza total, no quería que se alargara más la fiesta. Porque la fiesta no iba con ella. La fiesta sonaba a las calles de Roppongi, el mejor barrio para alargar la noche en Tokyo. Así que mientras Guijarro aguantaba el tipo, sus compañeras de selección derramaban lágrimas o miraban al suelo. Buscaban consuelo.
“Tienen que valorar lo que han hecho. Aunque nos llevemos la medalla de plata, para mí todas ellas y todo el cuerpo técnico son de oro”, se lanzaba el técnico, Pedro López, cuya tarea anoche no podían consistir en nada más que no fuera levantarles el ánimo. “Ellas saben que el premio no está en la medalla, sino en los recuerdos que se llevan de este maravilloso grupo y del torneo. Una medalla acaba en una vitrina o un cajón, pero los recuerdos les acompañarán allá donde vayan”, cerró López, tan compasivo como práctico, pues sabe lo que significa la final de Vannes, a la que llegaron después de perder efectivos por el camino. “Perdimos a Ona en el primer partido, luego a Lucía, y en la semifinal a Bonmatí, las tres son referentes de su generación. Y quién lo iba a decir: hemos dominado a Japón, las hemos obligado a especular. No se podía hacer mejor”, señalaba.
Lo mismo opinaban y así lo constataron con su apoyo el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, el de la Federación Española, Luis Rubiales, o el de la FIFA, Gianni Infantino, rendido al progreso del fútbol femenino español. “Ahora, lo que sintáis seguramente sea algo muy contradictorio, pero tenéis que sentiros orgullosas por haber llegado a la final, de cómo habéis peleado. En la vida, no solo en deporte, hay que caerse para luego tirar hacia delante. Creo que sois un ejemplo para muchísima gente, para niños, niñas, sois pioneras”, les dijo Sánchez. Y ellas así lo asumen. “Se queda un sabor agridulce, estoy un poco triste, pero hay que estar orgullosas de lo que hemos hecho, de la forma en que lo hemos hecho”, señalaba Patri Guijarro.
La mallorquina, 20 años, se ha consagrado en este torneo, aunque tras el partido le doliera más haber perdido la final. “Es un reconocimiento individual que la gente ve como una pasada, pero lo que importa es el equipo, el título, la medalla de campeonas del mundo… Yo lo veo así. Además, lo he conseguido gracias a mis compañeras. Para mí ese título es de todas. Tiene mi nombre, pero para mí es de España”. Le reconoce la generosidad el técnico, que, además, alaba su labor para recomponer el estado de ánimo de sus compañeras. “Es bonito que reconozcan los méritos de una jugadora que no solo es la mejor del mundo, sino que ha trabajado desde la humildad, que, como capitana, ha trasladado al resto de jugadoras cómo afrontar cada situación de este campeonato. Es un ejemplo para este equipo”, remató López.
elpais.com
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