«África te cambia la vida, te hace mejor persona».
Anda usted entre Palma y Guinea, ¿verdad?
Sí, vivo mes y medio en Bata y regreso después a Palma semana o semana y media; mi mujer sigue allí y me lo combino. No es un viaje complicado, hay vuelo Madrid-Malabo casi a diario. Viajar a Guinea no es como ir a Sierra Leona o Cabo Verde.
¿Cómo es su vida allí?
Tranquila. La gente es muy receptiva, calmada, buena. Mi trabajo es especial pues en el fútbol guineano no existen las categorías inferiores, lo que me obliga a darme vueltas por los colegios para ver jugar a los chavales. También organizo partidos por los pueblos. Todo con chicos de quince años para arriba.
¿Y cómo es la competición?
Hay una Liga de Primera y otra de Segunda División. El nivel correspondería a una Tercera española. La peculiaridad más interesante es que la mayoría de los jugadores de Segunda son estudiantes que vienen de una liga escolar que, no se lo pierda, enfrenta a tíos de 19 años con chavales de 15. En un mismo equipo ves a uno como yo y a un crío. No es como en España, que dividimos las categorías en función de la edad y con dos años de diferencia entre un cadete y un infantil, por ejemplo. Allí juegan mezclados y, claro, los pequeños espabilan pronto. ¡Meten el pie en todos lados! El reto deportivo del país es la Copa de África 2012 que organizará junto a Gabón. Pretenden elevar el nivel y es una tarea dura, pues Guinea no supera el millón de habitantes. Hablamos de un país más pequeño que Galicia.
¿El niño guineano se plantea el fútbol como un modo de progresar?
No, para nada. Juegan para pasárselo bien, no ven el deporte como una salida, tampoco los padres. Aquí no existe la presión del papá convencido de que tiene a Maradona en casa.
¿Y la gente, cómo vive?
En política no me meto; en la calle, lo que se ve es gente más o menos contenta, como en todas partes. Guinea no es un país pobre como Etiopía o Ruanda, ahí sí cuesta vivir. Guinea tiene petróleo, gas, exporta madera Tiene donde agarrarse, vamos. Trabaja más de la mitad de la población y todos viven el día a día. Comen, manejan una expresión muy de allí que dice «todos tenemos un franco en el bolsillo». Se dejan llevar y son amantes de la tranquilidad: aquí la hay más que en ciertos barrios de España.
¿Y la escolarización?
Casi todos los niños están escolarizados y la gente de 40 años para abajo sabe leer. En la capital le diría que todos; en los pueblos se encuentran ciertas diferencias. La más grande es que un niño africano de 15 años no tiene nada que ver con el europeo: aquél es un hombre. Eso hace que con 20 años te miren como si tuvieran 50. Con 15 años mantienen a su familia, pueden tener uno o dos hijos
¿Y qué le animó a dejar el cuerpo técnico del Mallorca y meterse en esta desconocida aventura?
No conocía la tierra de mi padre y me apetecía hacerlo. Me hablaron de la posibilidad de dirigir la selección y otra oportunidad mejor no iba a tener para zambullirme en la realidad de Guinea. Y allí me fui, a recuperar sensaciones que había olvidado como que si voy a un colegio y no llevo un balón en condiciones no lo hay o que si no aviso con tiempo de que jugaremos un partido igual está cerrada el agua de las duchas
Vamos, que se ha dado un baño de realidad.
De cabeza a pies, absolutamente. Me costó, pero ya estoy adaptado. Ya sé que esto es África.
¿Y su salario, Vicente?
Cobro a través del Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte, en plan funcionario.
Lejos de Mourinho, claro.
Aquí no se está por dinero: me llevó el corazón y la curiosidad.
¿Dónde vive?
Con mi hermano Óscar en un piso que nos ha puesto el ministerio. Allí nos juntamos, cocinamos, limpiamos A mucha gente le convendría instalarse aquí un tiempo. África te cambia la vida, te haces mejor persona. Me he despojado de cosas que me parecían imprescindibles para vivir. África te enseña que un montón de necesidades europeas no lo son, que la vida de verdad es otra cosa.
África sigue siendo la gran despensa para el fútbol europeo.
Sí, y tiene mucho que ver el modo de vida de esta juventud. Ahora empiezan a poner campos de césped artificial, lo normal es verles jugar descalzos o con zapatillas de playa. Físicamente, cualquier niño africano corre el doble que un europeo sin entrenarse. Es frecuente que críos de cinco años corran ocho kilómetros diarios sólo para ir al colegio. Crecen y en atletismo, por ejemplo, no hay color si les enseñan a correr. El gran defecto del joven de aquí es la falta de enseñanza y se está corrigiendo con la llegada de técnicos europeos. Volviendo al fútbol, la diferencia con Europa empieza ahí, en el sentido silvestre que tienen del juego. Usted ve un Madrid B-Atlético B o un derbi de cadetes y todos son iguales; el diferente es de fuera o una perla que aparece en un barrio, como pasó con Ra los demás son más de lo mismo.
Lo peor sigue siendo la organización del fútbol que produce matanzas como la última en Mali.
Se vive el fútbol con mucha pasión y al faltar esa organización es imposible parar a veinte mil personas empujando a la vez: ni a tiros los paras. En esto, África es como la Europa de los 70, todo improvisación y la pillería reinando sin freno: vas a jugar un partido de selecciones y si no te organizas tú el viaje, el equipo local te pone en el peor hotel y en la peor calle del peor barrio. Y el autocar que te recoge se confunde de camino
Tiene mérito que Balboa, Bodipo y compañía se apunten a esta aventura suya.
Mucho. Y Juvenal y Zarandona y unos chicos que están por Francia Son formidables. La mayoría, ecuatoguineanos por padre o madre, como yo. Y aquí están, echando una mano y tratando de que el equipo llegue lo mejor posible a la cita de 2012. Lo que más nos preocupa es la concentración previa: ya sabe que la competición se juega en enero y no les hace mucha gracia a los clubes de fuera de África.
Al fútbol profesional llegó tarde, pero a la pedagogía muy pronto. Cara y cruz, ¿verdad?
Pues sí. En Primera debuté con 26 años y a la Selección llegué con 33, debo ser un caso único. Todo me llegó tarde… pero me llegó y lo disfruté muchísimo pues a esas edades uno vive el éxito con una intensidad mayor que si te llega con 18 ó 20. ¿Le cuento una buena?
Por favor.
La primera vez que fui a la Selección me dio mucha vergüenza. Yo, con aquella edad, al lado de gente como Raúl, Guardiola, Hierro, Abelardo, Fran, Mendieta, Valerón, Helguera… Con esos jugué el Europeo de 2000, aquel del gol salvador de Alfonsito a Yugoslavia.
Esos nombres tienen música. ¿Por qué no ganaron aquel Europeo? ¿Qué cree que cambió para que sí lo consiguiera esta otra generación?
El equipo era estupendo, sí. Lo que ha cambiado es que España ha exportado futbolistas que completan su formación en otras ligas: todas las selecciones campeonas tuvieron jugadores en el extranjero. Ahora España tiene una personalidad propia que mantiene partido tras partido sin importarle quién es el rival; antes eso no pasaba. Nosotros le metimos nueve a Austria en Valencia aquella noche mágica. El equipo iba lanzado, pero llegó el momento de la verdad y cambió. Ahora les pueden poner delante a Brasil que no cambiará nada. Luis apostó por un estilo, dio en la diana y ahora lo está prolongando Del Bosque. A Luis le debíamos haber levantado un monumento ya. Es el inventor de esto y el único entrenador con el que discutes por la mañana y te pone de titular por la tarde. Y he tenido muchos y famosos: Maturana, Parreira, Cúper, Kresic… Pero como él, ninguno. ¡Qué grande es!
¿De qué compañero guarda mejor recuerdo?
En lo colectivo jugué en el mejor Mallorca de siempre, nunca olvidaré que jugué en un grande como es el Valencia. Y al Valladolid que me permitió debutar en Primera, al Celta, al Oviedo… En lo personal, el ‘Lechuga’ Roa, portero argentino del Mallorca.
Una persona especial.
Maravillosa. Su manera de ver la vida, su desapego al dinero, a la fama, sus convicciones religiosas… Le cuento una: un día jugábamos contra el Real Madrid y se me ocurrió hablarle de Raúl: «Ten cuidado que éste hace que chuta y te manda una vaselina». Me dejó terminar y por toda respuesta me dijo: «Escucha, negro. ¿Y Raúl qué número lleva?». Le daba igual Raúl que un juvenil… Anda por Buenos Aires, ha empezado a entrenar porteros.
Usted fue uno de nuestros primeros emigrantes: en 2003 se cortó la coleta en el Coventry City. ¿Le dejó algo aquella experiencia o fue el último ‘atraco’?
¡Ja, ja! No fue eso, me dejó saber entender ahora porque la Premier es la mejor Liga. ¡Y eso que yo jugué en Segunda! Pero su organización, su estilo, son para copiarlos sin rubor alguno.
¿Y un rival, Vicente?
El Ronaldo del Barça, el Rivaldo del Depor, el valencianista Fernando, el Manolo del Atleti… Pero el que me llenaba mucho porque jugaba en mi posición era Fernando Redondo. ¡Y en el Tenerife me pareció incluso mejor que en el Madrid! Me encantaba. También Pep Guardiola, claro.
Sí, llegó tarde pero le dio tiempo para todo. A meter el primer gol del Mallorca en la Champions, por ejemplo.
Al Arsenal, de penalti. Y el primero en la Copa de la UEFA. Y el primer gol de un español en el estadio de la Cartuja de Sevilla, en aquel 3-1 frente a Croacia…
Pues que haya suerte y sea el primer seleccionador que lleva a Guinea adelante en una Copa de África.
¡En eso estamos, amigo!
AS.COM
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