Los lesionados Miguelín y Paulinho arriesgaron su físico para firmar la remontada del Fisiomedia.
SEBASTIÀ ADROVER. PALMA. Detrás de la agónica y decisiva victoria del Fisiomedia Manacor del pasado sábado frente al Maristas Valencia (3-2) se esconde una historia que puede valer el ascenso a División de Honor. Un gesto que explica el compromiso de una plantilla con un club que sueña a regresar a la mejor liga del mundo. Porque de lo contrario es muy difícil explicar cómo Miguelín, con una posible rotura de fibras, y Paulinho, con una rotura parcial del ligamento de la rodilla derecha, decidieran jugar en la segunda parte arriesgando su físico. La ventaja de los visitantes (1-2) obligaba a la remontada para seguir con vida. El ala marcó el tanto del triunfo a quince segundos del final mientras que el pivote había conseguido empatar el choque. Todavías no sabían que el Puertollano, que ayer superó al Burela, sería su rival definitivo para dar el salto a la elite.
Miguelín, que con ese tanto se convierte en el máximo goleador de la División de Plata con la friolera de 49 dianas,
arrastraba un fuerte golpe en el cuadriceps de la pierna izquierda. El viernes, en el segundo partido de la serie y que acabó con triunfo (4-2) ya jugó infiltrado mientras que el sábado se rompió durante el calentamiento. No podía jugar, el doctor Miquel Mas se lo desaconsejaba, pero con el partido cuesta arriba le rogó a ´Pato´, su entrenador, entrar en pista.
Paulinho, por su parte, padece una rotura parcial del ligamento de la rodilla. Lleva dos
semanas sin jugar y estaba en plena fase de recuperación. El viernes no jugó y en el tercer encuentro tampoco debía, pero salió infiltrado para marcar ese valioso segundo tanto justo antes de romperse a falta unos segundos de la conclusión. Su concurso en la última eliminatoria está prácticamente descartado. Pero estos dos héroes no son los únicos de la plantilla. Juan Carlos López ya jugó el viernes con una fractura en el dedo pequeño del pie y durante el partido sufrió un esguince de tobillo. A pesar de eso, quiso ser infiltrado para ayudar a los suyos, pero fue imposible. No podía.
Y Toñete, que también arrastraba molestias por un duro golpe en una pierna y que no se había entrenado en toda la semana, jugó infiltrado. El resultado es que el portero hizo un auténtico partidazo para alegría de las mil personas que abarrotaban las gradas del pabellón Miquel Àngel Nadal. El que también sudó la gota gorda, aunque no saltara al campo fue el médico del club, que fue manteado por los jugadores por su labor durante los dos encuentros. Miquel Mas apenas vio varios minutos seguidos de choque ya que sus preocupaciones eran otras. De ahí que el entrenador no dudara en señalar a sus pupilos como grandes artífices de este éxito. «Con todas las adversidades que hemos tenido, solo se le pueden decir elogios a este equipo, que se merece el ascenso», pronunció orgulloso ´Pato´. Es para estarlo.
Diario de Mallorca
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