Lideró el sábado, con sus dos dianas al Córdoba, la remontada que aupó a los franjirrojos al coliderato · Además, hizo el tanto que subió al filial a Segunda división B · Es el más joven del plantel vallecano.
Con sus 19 años y apenas 1,75 metros es el benjamín y el más bajito de la plantilla. Sin embargo, este niño camina con pasos de gigante. Sus dos goles del pasado fin de semana, que iniciaron la remontada del Rayo Vallecano en Córdoba, dejan al descubierto que, sobre el terreno de juego, Borja García es todo un señor.
«Es anecdótico que los haya marcado yo, no hubieran sido posibles sin el trabajo del grupo», responde con un argumento más propio de una persona adulta y con la cabeza bien amueblada.
Pero no sólo su apariencia delata que aún es un niño. También sus dos dianas -apareció en el segundo palo para empujar un balón de cabeza, primero; y aprovechó un mal blocaje del portero para marcar a placer, después-, gestadas en la astucia y la pillería propias del barrio. «Es verdad que jugué diez años en el Villaverde, pero los goles así también valen. Espero que sean los primeros de muchos con esta camiseta», desea el extremo franjirrojo.
El desparpajo con el que se está abriendo camino en el fútbol profesional tampoco pasa inadvertido en el propio club. Su técnico Sandoval lo definió como el «mas listo de la clase» para justificar su titularidad desde el inicio de Liga y el chaval no está dispuesto a dejar pasar el tren. «Estoy muy agradecido al míster por darme esta oportunidad. Hace dos pretemporadas tuve mononucleosis y la pasada una rotura de cuádriceps, así que ésta tiene que ser la vencida», dice el madrileño.
Y es que a Borja García nadie le ha regalado nada. Se lo ha ganado él con sus apariciones estelares en el momento oportuno. De hecho, su último servicio al filial forma parte de la historia de la entidad, al resolver con picardía un barullo en el área que dio el ascenso a la categoría de bronce: «Fue mi gol más importante con el Rayo B. Ahora son estos con el primer equipo», confiesa.
Unos tantos que llevan dedicatoria, plasmada en sus besos al escudo de la camiseta. «Se los dedico a la familia y a la afición, para agradecerle el esfuerzo que hace desplazándose con nosotros. Pocas lo hacen», comenta.
Y es que la nueva joya rayista promete muchas tardes de gloria a la parroquia. «Este club me ha calado, me gustaría seguir aquí muchos años», explica antes de lanzar otra bala a sus rivales: «hay que ir partido a partido y aún es pronto, pero si mantenemos esta línea somos serios candidatos». Palabra de gol.
Marca.com
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