Los graves problemas de creación y definición en el ataque lastran el arranque bermellón.
J. BAUZÀ. PALMA. El calendario de Primera ha consumido cuatro jornadas y el Real Mallorca no acaba de arrancar. Pero pocas cosas hay más cambiantes que el fútbol. La concatenación de dos triunfos consecutivos bastaría para curar todas las heridas.
DEPRIMIDOS LEJOS DE SON MOIX. Se repite la historia. El Real Mallorca muestra su peor versión cuando tiene que coger un avión. Los hombres de Michael Laudrup se comportaron como un equipo derrotado y sin autoestima en Gijón y Bilbao. Muchos de los protagonistas han cambiado, pero el técnico ha heredado el mismo problema del año pasado.
El ´torito´ no embiste. La referencia en el ataque bermellón no responde. Suma cuatro partidos sin ver portería y, lo que es más grave, sin rematar entre los tres palos. El argentino puede pretextar que no le llegan pases en condiciones, pero tampoco inventa nada para salir de su aislamiento. El equipo necesita sus goles. Al menos una docena para no pasar apuros en la categoría.
No muerden. Cavenaghi es el máximo exponente de la ausencia de mordiente en la línea de ataque, pero puede compartir la responsabilidad con el resto de delanteros. Víctor, Webó y Sergi Enrich no tienen asegurado el puesto, pero sobre el terreno de juego han sido insustanciales.
No fabrican fútbol. Nsue, De Guzmán y Castro son los futbolistas creativos del equipo. Los dos primeros hacen la guerra por su cuenta. Y el uruguayo es un pálido reflejo de aquel futbolista que la temporada pasada podía decantar cualquier partido en un arrebato de inspiración.
Grietas en la defensa. No es normal que a Nunes le piten dos penaltis en dos partidos casi consecutivos –por rigurosos que fueran–. Ni que un portero de la categoría de Aouate encaje en San Mamés un gol que ni siquiera pretendía serlo. La defensa superó con nota el exigente examen que le planteó el Madrid. Pero empiezan a aparecer puntos débiles.
Inexperiencia en la categoría. Se adivina talento y potencial para jugar en Primera División en el grupo de jóvenes que componen la plantilla. Pero el proceso de adaptación a la categoría de un recién llegado es lento y está al margen de la dictadura de los resultados. Ponen intensidad, pero obviamente les falta oficio.
Falta de acoplamiento. Seis de los once futbolistas que jugaron de inicio frente al Athletic de Bilbao no habían vestido la camiseta bermellona la pasada temporada, un patrón que ha venido repitiéndose desde que arrancó la competición. Hay un grupo unido, pero falta entendimiento y complicidad en el terreno de juego.
Laudrup no tiene un once. El danés no ha definido todavía lo que debería ser su once titular. Unas veces obligado por las lesiones y otras por decisión técnica, el entrenador no ha repetido ni una sola alineación en las cuatro jornadas disputada. especialmente frecuentes han sido los cambios de cromos en la línea de ataque.
Un banquillo poco profundo. Teóricamente hay dos futbolistas por puesto, pero eso no implica que todos los recambios garanticen un nivel óptimo. La situación se agrava porque el club no ha recibido todavía los ´transfers´ de Joao Víctor y Edson Ramos, lo que impide que puedan jugar.
No hay estrategia. El equipo falla en la creación, pero tampoco inquieta a balón parado. En el Ciutat de Palma el Mallorca fulminó al Atlético de Madrid en sendos remates de cabeza servidos desde el córner. La estrategia da puntos y Gregorio Manzano le sacó partido. Todavía hay tiempo.
Diario de Mallorca
Comenta esta noticia
Los comentarios están desactivados temporalmente. En breve estarán disponibles de nuevo.