Un cuadro clínico de trastorno de ansiedad generalizada se vive como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento. Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversos tipos a los que se enfrenta la persona en su vida cotidiana y, sobre todo, de sus ideas interiorizadas acerca de sus problemas.

La Peña Deportiva mostró ayer claros síntomas de sufrir un trastorno de ansiedad después de la visita del Alcúdia mallorquín. El equipo de Luis Rueda consiguió el empate (2-2), el quinto en lo que va de campeonato, a cinco minutos del final por mediación de Edu Moral tras un partido deslucido y preocupante para los de la Villa del Río. Luis Rueda, que pudo confeccionar a duras penas la convocatoria para el partido por las numerosas molestias físicas que acusa la plantilla, no pudo reprimir su enfado en los instantes finales del partido. Hasta en dos ocasiones golpeó con genio el techo del banquillo, insatisfecho con la actuación de sus pupilos. «Vaya empanada que tenemos», exclamó tras una imprecisión de la zaga.

Sobre todo en el aspecto defensivo, la Peña dio una imagen de debilidad impropias de su categoría y su historial. Completamente irreconocible. Desdibujado, sin cohesión ni solidez, alguno de los muchos valores que siempre han caracterizado a este equipo, se puso pronto por delante en el marcador gracias a una brillante acción del juvenil Nil Paniello y, de nuevo, fue incapaz de amarrar la victoria.

Trascurría el minuto 5 cuando el canterano rompió el fuera de juego, se marchó por velocidad del último defensa con un auto pase, y batió por bajo, con la maestría de un matador, al meta del Alcúdia.

Por fin abría pronto la lata el cuadro de Santa Eulària. Era la ocasión perfecta de reconducir la situación, apaciguar a las masas y desahogarse ante un rival con las líneas excesivamente adelantadas para la lentitud de su columna vertebral.

Pero poco a poco fueron aflorando los nervios, el miedo escénico, el deseo de huir. Como si el equipo quisiera el final del partido tras ese tanto de Nil. Señales evidentes de un cuadro de ansiedad.

Edu Moral no pudo resolver en la primera mitad sus problemas con la definición. En los minutos 18 y 30 erró sendas ocasiones cuando ya sólo tenía enfrente al portero Juan Cuesta. En el ecuador del primer acto, Manolo Aparicio sacó bajo palos un balón después de que Fran superase con un ‘sombrero’ a Moro (min. 24). El Alcúdia se sacudió la presión inicial de la Peña y se sirvió de sus desajustes y errores para ponerle en apuros. Maxi Re, perdido durante 44 minutos, abandonó el campo antes del descanso por un fuerte golpe en el costado.

El empate se veía venir

En el segundo periodo empeoró la situación. La sombra de la Peña fue menguando. El equipo, agotado y sin ideas, fue reculando, sumido en un malestar general sin explicación. No existía orden ni criterio. El grupo estaba roto. En este escenario encontró el Alcúdia su momento de gloria. Primero cuando Simó aprovechó un mal despeje de la defensa que habilitó un balón muerto en área pequeña (min. 77). Después tras un saque de falta lateral desde el perfil derecho que cabeceó libre de marca el central Sancosme (min. 84). Dos goles que sacaban a la luz los problemas de un grupo que, afortunadamente, aún no tiene un diagnóstico confirmado. La falta de cohesión o de química entre los jugadores, el mal estado físico de muchos de ellos, o los momentos de distracción en determinados compases del partido aún tienen solución.

Edu Moral lo puso de manifiesto un minuto después de la remontada del Alcúdia. Yeste, que había debutado minutos antes, colgó un magnífico balón desde el costado izquierdo y el ariete mallorquín, marcando los tiempos del salto, estableció la igualada con un testarazo inmaculado. La Peña pareció haber tocado fondo ayer. Y sin embargo hay un dato muy alentador: sigue invicta desde su derrota, el 16 de mayo, en Almería en el primer partido del play off de ascenso.

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