El lobo todavía no ha llegado, pero el Mallorca ya le empieza a ver las orejas. Los bermellones acumulan tres derrotas consecutivas y lo peor es que no da signos de que se pueda revertir la situación. Al menos de momento. Perder en Villarreal entraba dentro de la lógica al medirse al tercer clasificado de la Liga, pero la sensación es que apenas compitió. Los veintiún puntos que figuran en la clasificación ha pasado de ser una cifra extraordinaria a buena, pero la situación todavía puede empeorar si se sigue esta peligrosa dinámica.
El descenso sigue a ocho puntos, un colchón suficiente, pero solo de momento. El inicio de Liga de los bermellones estuvo muy por encima de las expectativas que se habían despertado en verano, con una plantilla con una plantilla plagada de muchos jóvenes sin experiencia en Primera. Incluso llegó a ocupar puestos de Liga Europa hace tres jornadas, pero precisamente desde aquel momento la trayectoria ha caído en picado. Sucumbió contra el Getafe (3-0), Racing de Santander (0-1) y Villarreal (3-1) y el juego que han practicado los de Laudrup ha ido en consonancia con los resultados. De hecho, el último triunfo se produjo frente al Málaga en un encuentro en el que tampoco estuvo nada fino (2-0).
El Mallorca no perdía tres partidos seguidos desde hace dos temporadas, en la 2008/09. El panorama era sustancialmente peor para el equipo que dirigía Manzano, que vivía muy cerca de la zona de descenso. De siete encuentros, los correspondientes entre la jornada doce a la dieciocho, perdió seis y solo sumó un punto tras empatar ante el Sevilla. Los bermellones se vieron obligados a cuajar una segunda vuelta de órdago para salvarse ya que cerró el primer parcial con apenas diecisiete puntos. Solo el Real Madrid fue mejor, aunque el campeón fue el Barcelona en la clasificación final de la Liga.
Sin confianzas
Ahora la situación es mejor, pero en el vestuario de Son Bibiloni son conscientes de que no pueden confiarse. El problema es que los baleares han perdido algunas de las características que le han llevado al éxito. La fortaleza defensiva ha quedado en entredicho en los últimos choques. El Mallorca encaja goles con demasiada facilidad, una circunstancia que no ocurría en las primeras jornadas. En El Madrigal la zaga cuajó una de sus peores actuaciones al mostrarse blanda ante Nilmar, Rossi y compañía. Los laterales han bajado su nivel, en este caso Cendrós y Ayoze, y Nunes y Ramis estuvieron desconocidos, lejos de la contundencia acostumbrada. Y si no fuera por el portero Aouate, las carencias todavía se verían más.
Pero este bajón se explica a nivel general. El centro del campo ha perdido fuerza y, sobre todo, protagonismo. Martí y Joao tampoco están a la misma altura que en los partidos en Mestalla y el Sánchez Pizjuán. Castro, que quizá tiene las horas contadas como bermellón, ha desaparecido, mientras que Pereira es demasiado irregular. De Guzmán aguanta el tipo, pero se diluye entre sus compañeros. Webó hace lo que puede, pero es evidente que el Mallorca ha perdido pegada. Y eso que son los mismos de siempre.
Diario de Mallorca
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