Lo que no se pudo arreglar el domingo en el campo trató Pedro Ortega de solucionarlo en los despachos. En la mañana de ayer, el presidente del Eivissa estuvo en Can Misses. Primero una reunión con su técnico Alfredo Santaelena en la que ambos se respaldaron en una cuestión de recíproca confianza que deja al técnico sentado en el banquillo, porque es creencia de Ortega que los males del equipo no parten de la dirección técnica. Eso independientemente de que un nuevo cambio de entrenador, sería el cuarto inquilino del banquillo en esta temporada, circunstancia catalogable de esperpéntica y más que de dudosa efectividad.
Santaelena, pese a la decepción del partido ante Osasuna y con el respaldo presidencial, más su empeño en dejar todos sus conocimientos en lograr la permanencia, quiere seguir en el club.
Tras su charla con Ortega, Santaelena bajó al vestuario y allí tuvo conversaciones individualizadas con algunos de los jugadores que disputaron el partido del domingo. Los protagonistas hay que buscarlos de medio campo hacia atrás. A ellos fue a quienes el técnico recriminó su actitud, reprochó su falta de concentración y, en general, echó en cara la falta de disciplina táctica generalizadad tomada a iniciativa de los jugadores sin que mediara indicación técnica alguna.
Por último, Pedro Ortega bajó al vestuario. En presencia del entrenador y de la plantilla, el presidente no se mordió la lengua. Mostró su disgusto por la actitud de los jugadores en el partido ante los navarros, culmen del despropósito, apeló a su responsabilidad por mirar para otro lado cuando el equipo se estaba jugando lo que se estaba jugando y recurrió al carácter profesional de la plantilla para pedirles un esfuerzo, si es posible, para jugar y ganar los partidos que restan.
Posiblemente Pedro Ortega sea el único en saber la cantidad de millones, cientos, que ha dejado en el club por diversas vías de inversión. Por eso y por el empeño que ha puesto en hacer del Eivissa un equipo grande, su nivel de decepción, disgusto, hastío, falta de ánimo y respaldo, hacen del presidente un hombre venido a menos que ve cómo su proyecto se desvanece, deteriora y se derrumba de una manera irreversible, con consecuencias difíciles de medir y cuantificar en una caída sin fin a la que no se adivina donde va a parar el actual Eivissa.
Y esta tarde, la plantilla ha cobrado la mensualidad correspondiente, ajustada al plan de viabilidad famoso. Sin comentarios.
FUENTE FUTBOL PITIUSO
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