SEBASTIÀ ADROVER Y TOORU SHIMADA. ENVIADOS ESPECIALES A KÖSSEN (AUSTRIA)
No había soltado el equipaje de su mano cuando nada más entrar en el Hotel Sonneck se dirigió a un salón donde se encontraba la plantilla. Sólo saludó, pero ya era toda una declaración de intenciones de lo que iba a hacer en Kössen. Eran las 18:17 horas cuando Mateu Alemany, el hombre más esperado del día, pisaba la concentración del Mallorca. No hacía ni 24 horas que había cancelado el preacuerdo de venta del club con Carlos González y ya estaba en tierras austríacas con la carpeta cargada de trabajo.
Con un rostro serio y ligeramente tenso, dejó claro que no estaba para muchas fotos ante los contados medios de comunicación que le esperaban. La culpa no es del trayecto que cubrió entre Múnich y el Tirol, de poco más de una hora y media. Llegó acompañado del delegado del equipo, Damià Amer y del jefe de prensa, Héctor Romero.
Está claro que no está para bromas. Es la viva imagen de una persona agotada, aunque no lo suficiente. Porque de lo contrario hubiera tardado más de media hora en dejar en el armario la camisa y el pantalón de pinzas para enfundarse el chándal del club, como no podía ser de otra manera. No quiso descansar, ni siquiera echarse en la cama, ya que se fue a pasear junto al director deportivo Nando Pons.
Faltaban pocos minutos para las siete de la tarde y Alemany ya se perdía entre una multitud de árboles, uno de los múltiples atractivos de esta zona. Todavía no sabe cuándo regresará a la isla, o al menos eso dijo, pero no quiere perder más tiempo. Es consciente de que el proceso de venta del club ha paralizado todas las gestiones de planificación. Se ha convertido en el serial que él jamás quiso, aunque quizá haya puesto su granito de arena para que así sea. Su agenda está clara. Transmitir confianza y desvelar los pasos a seguir que tiene en mente a los protagonistas rojillos. Por una parte, con Nando Pons para que conozca de primera mano y de forma definitiva del dinero que dispone para fichar.
Por la otra, con Gregorio Manzano para comunicarle la situación exacta en la que se encuentra la entidad y qué movimientos puede hacer para satisfacer sus pretensiones de mejorar el equipo. El jienense quizá es el que más necesita las explicaciones del máximo accionista. «Lo único que quiero es reforzar al equipo. Tenemos seis jugadores menos y ninguna entrada. Eso es lo que más debe preocupar al club y a sus dirigentes. Hay que trabajar en esa línea porque esto es un club de fútbol, no estamos en subasta cada quince días», lamentó el pasado lunes tras el choque ante el Wolfsburgo. Era un mensaje directo a Alemany de un entrenador que hasta hacía poco temía el desembarco de Carlos González.
No obstante, quizá los que más ansiaban escuchar la palabras del andritxol son los jugadores. Todos, sin excepción, respiran al saber que es Alemany el que sigue teniendo las riendas de la entidad, pero necesitan escuchar de su propia voz que el Mallorca va a salir adelante aunque no haya habido comprador.
La plantilla quiere que se hable de ellos, de si lo hacen bien o mal con el balón en los pies, pero no de hipotéticos propietarios. No quieren más episodios como el de González, capaz de desestabilizar un vestuario. Alemany se reunirá con los cuatro capitanes –Nunes, Webó, Martí y Ramis– para tranquilizarles. Es el momento de mover ficha de una vez. La cuentas atrás ya ha empezado.
DIARIO DE MALLORCA
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