Es un orgullo para el fútbol español que los mejores clubes de Europa se estén fijando en Iago Falqué, Fran Mérida, Aarón y el resto de grandes promesas nacionales, pero animar a un chico a dejarlo todo para marcharse al extranjero me parece un riesgo.
Yo me crié en un ambiente familiar sin padres y considero vital estar arropado por tus progenitores siempre que lo necesites. También por tus amigos y compañeros. No hay que olvidar, además, que para llegar a profesional hace falta muchísima suerte.
La pregunta que hay que hacerse es si merece la pena marcharse. ¿A cuánta gente le ha salido bien? Quizá Cesc sea la gran excepción, pero como él hay muy pocos en el mundo. Encuentro como beneficio el aprendizaje de una lengua diferente a la materna, pero todo lo demás me deja dudas. Cuando fiché por el Venecia -y eso que ya no era ningún niño- me sentí tremendamente solo.
Al año siguiente tuvo que venir mi familia conmigo porque lo único que hacía era entrenarme por la mañana y estar encerrado en la residencia por las tardes. Conozco la soledad que uno pasa cuando está lejos de su casa. No me puedo imaginar cómo se deben sentir estos niños con 15 y 16 años. Si tuvieran algo asegurado, lo entendería. Pero, como los de aquí, necesitan mucha suerte para triunfar.
Juan Santisteban fue seleccionador juvenil 20 años y jugó en Italia y EEUU.
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