«No se le subirá a la cabeza», dicen los que lo tratan · «Insistir es la alternativa de los valientes» o «No he fracasado, encontré 10.000 soluciones que no funcionan», algunos de sus lemas. Estudia en el Liceo francés.
Fabrice Olinga Essono (Douala, Camerún, 1996) persigue su sueño con la misma convicción que Chris Gardner (Will Smith) en En Busca de la Felicidad. No es casualidad que sea su película favorita. Ni que le haga llorar cada vez que la ve. «Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo. Si tienes un sueño, ve a por él. La gente que no lo consiguió te dirá que no lo lograrás, pero si tienes un sueño, persíguelo y punto», es la frase estrella de la cinta, del protagonista aleccionando a su hijo. Para el joven camerunés no es el sueño americano, sino el de todo niño y un balón. Lo deja claro cuando teclea sus lemas por la red social: «Insistir es la alternativa de los valientes». «Para mí el temor es una ilusión». «No he fracasado, he encontrado 10.000 soluciones que no funcionan».
Su historia también pretende ser la de superar adversidades desde una vida normal. El sábado por la noche, a la llegada de madrugada de Vigo, le pasó a recoger Raquel, una de las tres personas que se encarga de velar por los traslados y necesidades de los niños en la Residencia Escolar Andalucía, su último hogar. Raquel le da muy buenos consejos y se preocupa mucho por él. Él siempre le hace caso y le agradece su cariño. Ayer lo llevó a trabajar con el primer equipo otra compañera, María José. Ellas, como sus 61 compañeros de residencia y todos los responsables, estaban radiantes tras su debut goleador. Pero ya antes estaban orgullosos de él. Es ojito derecho. Le señalan como un chaval educado, humilde y muy responsable. Ha llegado a mediar por discusiones de algunos jugadores con los tutores de la residencia y es ejemplo de cómo mantener la habitación ordenada. Su cama, dicen, es la mejor hecha allí siempre.
Detalles que descubren una personalidad muy madura. «No se le subirá a la cabeza», dicen algunos de los técnicos que lo han seguido este año. Sus compañeros de expedición a Vigo también alucinaron con su tranquilidad y responsabilidad. A los jóvenes africanos que destacan a pronta edad les suele acompañar la suspicacia. Su gran desarrollo físico parece alojarles en una edad superior a la que dicen sus papeles. En su caso, insisten sus educadores en que su buen cuajo procede de su fortaleza mental. Cualquiera diría que es el benjamín de nueve hermanos. Y que el dorsal 45 de su debut le asemeja a Balotelli, uno de los futbolistas más díscolos del panorama.
«Hoy es el día más feliz de mi vida», reflexionaba Fabrice en su Twitter menos de 24 horas después de su gesta. No, no hablaba de las portadas con su celebración ni de los informativos de deporte que abrieron con su gesta. Su alegría era mucho más profunda y ayudaba a entender mejor por qué es menos crío de lo que dice su DNI. «Volveré a ver a mis padres después de mucho tiempo. No puedo con la emoción y la alegría. Os quiero, papás», aclaraba. Separados, hacía casi dos años que no los veía. Si ya tuvo flor para romper récords de precocidad en Balaídos, no fue menos coincidente que el vuelo de sus progenitores estuviera programado para ayer.
Sus gustos revelan sus fusiones culturales. Tan pronto se conecta a las raíces africanas con la música de Koffi Olomide, Fally Ipupa o Magic System que se apresta a morirse de reírse con los capítulos de la serie La que se avecina. Es un adolescente raro por no disponer de whatsapp en su móvil, aunque disfruta como cualquiera de sus compañeros jugando a la Play Station. Su vida en Málaga es tranquila salvo cuando tiene que cuadrar los horarios de los entrenamientos con los del Liceo francés, donde lleva sus estudios con mérito y a veces ve a los hijos de Toulalan. Habla muy decentemente español, domina el francés y se suelta alegremente en inglés.
Fabrice sueña con hacerse importante en el fútbol español, como Samuel Eto’o. El camerunés lo descubrió en Douala, a donde no ha podido volver desde que se fue con 12 años, y allí el joven blanquiazul decidió ser como él. Debutó en España a los 16, como su espejo en el Leganés, y por momentos se transformó en su zancada eléctrica y cambio de juego en el regate a Cabral que precedió a su tiro al poste. Los dos Ronaldo, Cristiano y Nazario, también están en su lista de ídolos. Como Roger Federer y Usain Bolt.
Hay técnicos y agentes que se echan las manos a la cabeza cuando alguien tan joven debuta con tanta estrella. Por las secuelas que pueda tener. Ahí está el caso de Popo como lección. Los hombres de la cantera del Málaga, el más feliz de todos ellos Manel Casanova, quien lo trajo, entienden que es difícil que se produzca algo similar. Aluden a los 30 minutos de Fabrice al margen de su gol. No paró de tirar desmarques desde la posición de punta, metió la defensa del Celta atrás, ofreció buenos movimientos, robó dos balones gracias a su buena presión y mostró una de sus cualidades preferidas: la concentración. Y lo ejemplifican en su actitud nada más chutar al poste; en lugar de lamentarlo y descentrarse, peleó por continuar la jugada y colocarse en la posición que le permitió ganar la espalda a la zaga del Celta en el eslalon de Buonanotte.
Otro motivo para tolerar mejor lo ocurrido el sábado está en que su vida siempre ha ido ligada al éxito. En las dos ediciones del torneo Festi’sport Project (2006), auspiciado por Eto’o, acabó como máximo goleador. Igualmente fino se mostró dos años después en el torneo Costa Blanca Cup, disputado en Benidorm. El Mallorca se quedó prendado de él y su amigo Tchaha Leuko, a los que incorporó de inmediato a su cantera. Llegaron en Navidad de 2008, como regalo de Reyes. En Málaga, donde dio el salto el pasado verano, debutó con edad cadete en un partido con el San Félix, asimilado del club. Y llevó las manos a la cabeza de más de uno. Lo hizo más veces, aunque jugando por banda. Los que lo siguieron afirman que es un demonio jugando por el carril, que no hay quien frene su zancada. Pellegrini parece empecinado en reconvertirlo en delantero, seguramente por sus necesidades. De hecho, el chileno le machacó en Campoamor corrigiendo sus movimientos en los entrenamientos. Algún día se marchó a la habitación cabizbajo por ello. También hubo momentos de lágrimas al escuchar algún grito racista por campos de la provincia. Pero Fabrice está empeñado en que nada le detenga. Ni siquiera el carné de identidad.
Malagahoy.es
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