Era poco imaginable que los tres partidos en ocho días que ha jugado el juvenil del Menorca acabarían con un “conato” de dimisión del entrenador, Lluís Vidal, buscando un “golpe de efecto” ante los factores que afectan a sus jugadores y que, según el técnico, les afectan en su rendimiento.
Ayer el equipo volvía a los entrenamientos y todo se desarrolló con normalidad. “Los chicos están bien. Lo que yo puedo apreciar es que están con el míster y que entienden que hay que trabajar”, indicaba el preparador físico Tolo Roselló, que reconocía abiertamente que “quizá un entrenador no tenga que reaccionar como lo hizo, pero cada uno es como es y no creo que haya que darle más importancia. Yo veo que hay comunicación entre él y los jugadores, y eso es bueno”.
El próximo sábado jugarán un partido importantísimo. No tanto por los puntos y la clasificación, ya que el equipo va bien, si no por las sensaciones, por ese “mal rollo” que, quizá, sea más externo que interno, más de comentarios entre algún padre y algún directivo que, finalmente, acaba “filtrándose”. Es el famoso “entorno” al que aludía Vidal.
¿Cómo se puede evitar que ese “entorno” no acabe influyendo en un equipo donde sus jugadores son chicos de 16, 17 y 18 años?. Jóvenes con diferentes personalidades pero que pueden ser influenciables de algún modo. Roselló indica que “a estas edades son inestables. Es un equipo de segundo año y se tienen que hacer. Tienen altos y bajos, algo absolutamente normal. Por eso hay que buscar la motivación, para no caer”.
En ese sentido, la Dª Alexia López del Río, licenciada en psicología y especialista en la rama de la actividad física y el deporte afirma que “no hay una varita mágica para resolver los problemas de rendimiento, motivación y concentración en la práctica deportiva. Para un grupo humano que se basa en un resultado lo más importante es la gestión del día a día, fomentando periódicamente actividades que afirmen la cohesión del equipo”.
Desde ese punto de vista, la que fuera psicóloga deportiva del Menorca Bàsquet en la LEB Oro indica que “en un equipo, y más de chicos en formación, cada carácter es variable. Por lo tanto, no es conveniente abroncar a un chico que lo ha hecho mal cuando ves que es consciente de ello y, por el contrario, hay que advertir al que conscientemente no quiere trabajar. Y hay varias fórmulas para llevar esa gestión a cabo”, aunque la base es “que el grupo esté unido en un mismo objetivo, y que los roles queden muy definidos. Va más allá de lo técnico o táctico, aunque es fácil de decir y difícil de hacer, porque además influyen decisivamente padres o amigos”.
López del Río no define si la acción de Vidal fue buena o no porque es algo “que requiere más datos y más tiempo para ver cómo es la reacción del grupo”, pero, en cualquier caso “si fue un acto impulsivo no sería bueno”, y que “echar a un técnico provoca un estado de alarma que lleva a la reacción”.
Diario de Menorca
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