Salvación. Berto Suárez, Eduardo Prendes, Daniel Sánchez Viloria e Iván Martín tienen en común su condición de asturianos y su vinculación con el deporte ibicenco. Residentes en la isla, han seguido con interés las informaciones que surgían en los medios sobre el riesgo de desaparición que ha sobrevolado al Real Oviedo. Igual que el técnico Luis Elcacho, que aunque nació en Lleida, estuvo ocho años en el club de la capital del Principado.

Luis Elcacho entró el pasado verano en un supermercado de la Savina y lo último que esperaba encontrarse era a un aficionado del Real Oviedo en estas latitudes del Mediterráneo. Como el mundo es cada vez más estrecho, detrás del mostrador de la carnicería su mujer se topó con Guillermo Pérez, natural de San Martín de Oscos, un concejo situado en el confín oriental del Principado y que dista 160 kilómetros de la capital. Este asturiano lleva siete de sus 41 años trabajando en la localidad portuaria de la pitiusa menor y, como buen forofo carbayón, no pudo evitar la tentación de decirle a la esposa del técnico de la SD Formentera que recordaba perfectamente a su marido vistiendo la elástica del Oviedo.

Fueron ocho las campañas (1986-1994) que Elcacho pasó en la ciudad que Leopoldo Alas, Clarín, disfrazó con el ficticio topónimo de Vetusta, tiempo que sirvió al ahora entrenador para encariñarse con un club que vivió entonces los mejores momentos de sus 86 años de historia, pero que se ha visto durante las últimas semanas al borde de la desaparición por culpa de las deudas que arrastraba desde los 90. «El viernes me hizo muy feliz saber que el Oviedo se salvaba. Con el dinero que va a invertir Carlos Slim se puede aspirar a volver a la élite si no se pierde la cabeza», apunta el entrenador, que ha vuelto a las Pitiusas para situar al Formentera en los puestos de play-off a Segunda B. Los dos millones que puso sobre la mesa el hombre más rico del planeta fueron el inesperado empujón final que engrandeció la gesta de una afición capaz de juntar más de un millón de euros comprando pequeños paquetes de títulos.

Un club de pequeños inversores

En total, se calcula en 20.000 el número de personas (hoy representan el 40% del accionariado) que suscribieron bonos de un equipo que desde que se apeó hace once años de Primera División –a la que accedió con Elcacho sumando minutos y kilómetros en la media en la temporada 87/88– ha vivido en un calvario continuo.

«En los tiempos de Eugenio Prieto se empezó a padecer una mala gestión. Triplicados los sueldos por los contratos televisivos se dio un nivel de gasto que no se podía mantener. Suerte que la afición nunca ha abandonado, como se ha visto ahora en Segunda B. Incluso en los años de Tercera iban más de 10.000 personas al Carlos Tartiere», confirma el catalán, que no dudó en comprar acciones a través de la asociación de veteranos de la entidad. «Elcacho tuvo la oportunidad de coincidir con algunos de los mejores: Carlos, Bango, Berto… La grada quería mucho a esos jugadores, incluso se ovacionaba a Thompson, un inglés que solo salía a jugar los últimos cinco minutos de cada partido. Con Irureta llegamos a jugar la UEFA y eso marcó mucho», comenta Guillermo Pérez.

Aunque no era más que un niño, Iván Martín, portero y entrenador de la Peña Deportiva de fútbol sala, recuerda perfectamente aquellas alineaciones de finales de los 80 y principios de los 90. Este avilesino reconoce que, si le dan a elegir, prefiere el Oviedo al Sporting, aunque su corazoncito anime a la centenaria institución de su ciudad, un Real Avilés que marcha segundo en el grupo I de Segunda B, precisamente por encima de los carbayones, cuartos en la tabla.

«A mi juicio, el equipo del Principado es el Oviedo. De niño, mi padre me llevaba al Tartiere y tengo muchos amigos que han comprado acciones. Yo no tenía dudas de que se salvaría el equipo, tiene una afición increíble», argumenta el cancerbero, sosteniendo una opinión que no dudan en defender dos oviedistas de pro como Berto Suárez y Manolo Aparicio. Los zagueros de Peña y Sant Rafel ahora pelean en la Tercera Balear, pero no se olvidan de sus años en la cantera azul. El primero jugó en el filial y el segundo fue artífice del ascenso del Oviedo a Segunda B en la 2004/2005. «Estaba seguro de que lo íbamos a conseguir. Compré diez acciones y ha valido la pena. Ahora somos un club de pequeños accionistas y hemos evitado caer en las manos de Quique Pina. Me han hablado muy bien de Toni Fidalgo (el presidente ovetense) y creo que podemos volver a Segunda pronto», afirma Aparicio, «oviedista cerrado», como le gusta definirse.

¿Qué piensan los sportinguistas?

¿Y entre tanta alegría, qué piensan los asturianos que viven en las Pitiusas y tienen su corazón pintado de rojiblanco? Para los tres sportinguistas consultados no hay duda: por eterna que sea la guerra, si el rival hubiera fallecido institucionalmente, la pérdida habría sido irreparable. «El Oviedo tiene una afición ejemplar. Me he alegrado mucho por ellos. Siempre le preguntaba a Aparicio por si había comprado acciones», comenta Carlos Moro, portero del Sant Rafel. «Una gran satisfacción» también sintió el piragüista Daniel Sánchez Viloria. Tanto él como su preparador del Club Nàutic Sant Antoni, Eduardo Prendes, cambiaron hace años el verdor de su Asturias natal por las aguas mediterráneas. «Soy del Sporting a muerte, pero la salvación del Oviedo es para alegrarse. Hay ganas de volver a vivir un derbi pronto», afirma Prendes. Ante la dificultad, no hay rivalidad que valga.

El dato

LA PASIÓN NO CONOCE EDAD

El día en el que la abuela del Oviedo atacó a Luis Elcacho

«Un derbi asturiano es como un Sevilla-Betis». Lo dice Manolo Aparicio y no le falta razón. «Ganar ese partido te salvaba la temporada», confirma Eduardo Prendes. Quizás por eso, Luis Elcacho recuerde divertido cómo «una abuelita» le pegó «un paraguazo» mientras paseaba por las calles de Oviedo días después de caer en el clásico contra el Sporting.

 

Diario de Ibiza