“Lo que están haciendo estos chicos es histórico. La gente de Es Castell debería valorarlo. Y si tenemos un poco más de suerte en el tramo final de esta liga… Es que no me lo quiero ni imaginar. Pero pase lo que pase, es para quitarse el sombrero, algo histórico”, afirma el técnico del Villacarlos de la Liga Nacional juvenil, José Luis Bahamonde. Sus palabras desprenden una indisimulada mezcla de entusiasmo y confianza en un grupo unido, cohesionado. Una piña.
Los números son espléndidos. El equipo es tercero con 51 puntos tras 25 jornadas. Quedan 9 jornadas y el equipo está en la lucha por el ascenso a la División de Honor con todo el merecimiento. De hecho hace muchas jornadas que no baja de la tercera plaza. En cinco ocasiones ha llegado a ser segundo, y solamente tuvo un cierto bajón entre la segunda y la sexta jornada. Luego, tirón para arriba.
“¡51 puntos! Un equipo nuevo en la categoría, luchando por ascender a la élite del fútbol juvenil desde un pueblo pequeño, de una isla pequeña… Es para pensarlo bien. Al principio nadie se lo esperaba. Yo mismo tenía cierto temor de que nos ganarían todos los partidos por 5-0… ¿Tengo que recordar que la temporada pasada éramos doce jugadores justos en la Liga Juvenil de Menorca?”. Bahamonde se enciende de la emoción. Tiene motivos.
Descontando al líder, Mallorca B (60 puntos), que no puede subir porque ya tiene a su homólogo en la élite, considera que el ascenso “será cuestión de tres equipos: el Balears, el Manacor… Y nosotros”. Al exponer su análisis, parece como si se diera de bruces con la realidad. Soñar es bonito, pero “son equipazos, muy buenos. El Balears tiene una organización de club grande, y el Manacor tiene argumentos de sobra… Veremos qué pasa, porque influyen muchos factores, como el calendario, la presión, el estado de forma, lo que nos jugamos cada uno… Y no hace falta que diga que seguimos siendo un club sencillo, humilde”.
El entrenador, que insiste en afirmar que “yo no tengo ningún mérito. Expongo una idea de cómo jugar, pero son los chicos los que juegan”, piensa que “este año se puede llegar a los 65 o 67 puntos y no subir”, en una competición en la que el Villacarlos hace tiempo que no es un rival desconocido.
“Eso también lo hemos notado. En el inicio del campeonato hablábamos con los entrenadores de los rivales con mucha franqueza, abiertamente. Ahora notamos reservas, como si fueramos rivales peligrosos”. Y quizá sea así. Un ejemplo. “Mis jugadores me han comentado que prefieren jugar fuera de casa porque nuestro campo es pequeño y los rivales se cierran mucho. Cada vez nos cuesta más abrir los cerrojos. Fuera de casa, sobretodo en campos grandes, tenemos más espacios”. Eso sí, las características del juego villacarlino no varían. “Es que sabemos lo que cuesta. Para estar aquí, hemos de luchar el doble. Lo sabemos y lo recuerdo cada día. No dejamos de ser un equipo pequeño en un mar de tiburones”.
La palabra ‘tabú’ es ascenso. “Bueno, a ver, vamos paso a paso, como siempre. Ya veremos. Pero valoremos lo que se ha hecho. Creo sinceramente que no lo veremos nunca más… Lo otro es un premio… Inmenso”. Automáticamente surgen varias incógnitas. En caso de subir ¿la economía del club lo puede asumir? “El presidente me ha dicho que sí. Que se haría todo lo que se tuviera que hacer”. Y, ¿deportivamente? “Hombre, está claro que nos tendríamos que reforzar… Tengo contactos en Barcelona, en Palma nos miran con simpatía… También imagino que algún club se habrá fijado en algún jugador nuestro”.
Una última cuestión. Si se diera el caso de ascender, ¿cómo cree que se lo tomaría el Menorca? Respuesta diplomática. “Estoy muy contento de que el Menorca se vaya a salvar. Es importante para todos”.
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