Cuando pesa la excesiva experiencia

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Es duro presenciar la caída de mitos. Apreciar que aquél que parecía esculpido en piedra resulta estar hecho de carne y hueso. Que el tiempo oxida y pliega su piel como ocurre con el resto de los mortales y que jamás volverá a ser el mismo que perdura en tu memoria. Eso está ocurriendo hoy en el Mallorca. Cada uno a su manera, tres miembros de la actual plantilla figuran en el imaginario colectivo como figuras referenciales en la historia reciente del club. Los tres sobrepasan ya los 35 años.

Nunes, Aouate y Martí hubiesen sido titulares por decreto en cualquier momento de sus carreras y ninguno encontraría parangón en una vestuario como el del actual Mallorca si estuviesen en plenitud física. Sus cualidades futbolísticas y veteranía nadie las pone en duda, el problema es que la veteranía, en exceso, acaba siendo contraproducente porque sobreviene en otro término: vejez. Así es, tres tótems del mallorquinismo se han hecho viejos. Se han vuelto demasiado lentos para un fútbol tan exigente como el que se despliega en Primera División y sólo su saber estar les salva de la quema. Sin embargo, los errores que provoca su edad empiezan a ser más numerosos que los aciertos que proporciona su saber estar. No creo que deban ser señalados como responsables de la situación actual del equipo, sin embargo, como la mayoría de sus compañeros, han puesto su granito de arena para que el Mallorca sea a día de hoy colista.

Bien es cierto que la temporada que está cerca de finalizar ha sido peculiar y que les ha pesado más de lo deseable. Que el equipo no ha tenido una buena planificación física -la época de Caparrós exprimió a los jugadores hasta llevarlos al gotamiento-, que en el caso de Nunes sufrió lesiones inoportunas que afectaron a su preparación o que no se planificó que el papel de Martí llegase a ser el de titular. Que, al fin y al cabo, el pedregoso camino recorrido en la presente temporada ha aflojado sus tuercas tanto como las del resto del equipo y que han dado la talla tan poco como sus compañeros.

El problema para Gregorio Manzano es que el necesario cambio generacional no está listo. Los jugadores más jóvenes carecen de jerarquía y experiencia para asumir el relevo, cuando no responden a perfiles distintos a los necesarios. Tampoco los fichajes, los que deberían haber proporcionado un salto de calidad, han demostrado ser capaces de tomar las riendas del equipo. Marrón para un entrenador que dirige una plantilla que no ha planificado y que, para más inri, siempre ha pecado de tardar en encontrar sus onces ideales. Más le valdrá, por el bien de todos, que esta vez se de prisa.

Miguel Sureda/futboldesdemallorca.com

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