Llegaba cada tarde en coche acompañado por la mujer que le cuidaba, y sin pedir ayuda a nadie trepaba las escaleras de las gradas, escalón por escalón, hasta llegar a la zona del bar y la terraza.

Allí se sentaba, para disfrutar del entrenamiento en el campo o, si aún era de día, de la vista al puerto, la bahía y la ciudad de Ibiza que tiene la terraza del campo municipal de San Rafael.

«Tuve que vender mi casa porque solo no podía seguir viviendo en ella. Pero desde ahí también veía Dalt Vila», contaba.

José Marí Tur, ‘Marí’ como se lo conocía en el club por el nombre de su finca -Can Marí-, era simpatizante del San Rafael desde antes que lo fundaran y pasó buena parte de su vida en la entidad azulina, llegando a ser presidente en algunas temporadas.

Un problema de salud sufrido hace unos años, lo había dejado hemipléjico y postrado, pero sus ganas pudieron más que su cuerpo y terminó caminando, recuperando parte de sus fuerzas.

El ascenso logrado el año pasado por el club, a la Tercera División Balear, le había devuelto la alegría y las ganas de vivir. «A ver si nos mantenemos este año», bromeaba, haciendo referencia a su salud y al equipo de su alma.

El jueves, mientras comía en su domicilio de la calle Toni des Pou de la localidad de San Rafael, el ex presidente se atragantó de manera inexplicable con varios trozos de carne y, pese al esfuerzo de los especialistas del servicio 061, no pudo salvarse. Tenía 69 años de edad.

El accidente ocurrió poco antes de las 14,00 horas, cuando le acompañaba la mujer que se encargaba de sus cuidados desde que estaba semiparalizado.

Era infaltable cada tarde a los entrenamientos, y cada domingo que el San Rafael jugaba de local.

El año pasado Ormaechea y sus jugadores le dedicaron el campeonato y luego el ascenso, por su presencia incondicional en su campo en cada partido.

El domingo lo verá desde arriba. Seguro. Los hombres como Marí nunca faltan a la cita.

Marcelo Bailone González