0-2.- Gran triunfo de España en París.

España vence a Francia
España vence a Francia. Foto Marca.com

Dos goles de Villa y Sergio Ramos acaban con la resistencia de Francia.

El campeón de Europa demostró su jerarquía: golpeó en la primera mitad y mantuvo su ventaja en la segunda.

La mística del fútbol y la denominación de origen de que los partidos que no son de competición oficial son irrelevantes entran en colisión cuando se habla de pulsos entre enconados rivales. España y Francia lo son, quizás por vecindad, quizás porque entre ambas selecciones siempre ha habido un punto de morbo, que a lo mejor va más allá del fútbol. Así que plantarse en París, o hacerlo en Madrid o donde sea el caso, para que ambos midan sus fuerzas tiene poco de irrelevante. Es, al contrario, una prueba de fuego siempre y en eso no influyen ni el estado de ánimo de los unos ni el juego de los otros. La tradición ha convertido estos choques en pulsos tensos, apasionados, con mejor o peor fútbol, de alegrías y penas, pero siempre muy para ver. El de hoy, en el Stade de France, por ejemplo, llenó las gradas en una noche con viento polar y con miles de españoles, dispuestos a encontrarse con una nueva gesta del campeón. De la última cita oficial entre ambos, España salió con el fuera de combate del Mundial 2006, que la tricolor gala pudo ganar y que acabó con el triunfo de la tricolor de Italia y el cabezazo de Zidane a Materazzi, que tuvo más eco aún.

Francia nunca ha sido un rival cómodo para España, entiéndase como ingrato que le causa dificultades, que no se le achica, que le gusta jugarle e incomodarle. Esté mejor o esté peor, de los galos cabe esperar siempre que demuestren su talento y su poderío físico. Que ahora no anden finos y que disten de ser lo que fueron no evita riesgos. Cuando un equipo alinea a los jugadores que tiene en cartera Domenech siempre hay que estar prevenidos, “en garde” (en guardia, que diría un francés). Y prevenido estuvo el campeón de Europa salida, que era cuando se presentía que Francia podía echar el resto. Prevenidos, aunque tocando, tocando siempre, tocando para deleite de los aficionados españoles, muchos, que acompañaron al equipo hasta el Stade de France, y para desesperación, naturalmente, de los franceses. Prevenidos hasta hilar algún conato de ataque en la primera mitad del período inicial y desbordar a los galos en sólo tres minutos: a los 20, tras una falta botada por Xabi Alonso, que se le escapó en un remate de cabeza por los pelos a Busquets; a los 20 y poco más, cuando Villa perdió un balón que controló con dificultades y a los 21, al aparecer el “Guaje” de siempre, ése que no pierde ocasión si le queda un balón como le quedó, para plantarse ante Lloris y batirle como el asturiano sabe, haciendo imposible cualquier respuesta de Hugo, el guardameta galo y de cualquier esperanza de los aficionados locales en un lance semejante.

La diana fue acogida con entusiasmo por los numerosos seguidores de España que desafiaron el frío y acudieron al Stade de Francia, porque daba respuesta no sólo a sus esperanzas, sino a la anunciada superioridad del campeón de Europa. El estadio se vistió de rojo y gualda. Hasta esos momentos a Francia apenas se le había visto otra cosa que una evidente voluntad, pero poco más, desesperada por el continuo toque de la gente de Vicente del Bosque y sin capacidad de respuesta para contestar como manda el catón del fútbol: velocidad en los desplazamientos, precisión, abrir el campo, llegara por bandas, ayudar al ariete… Quebrada en el eje, que es por donde España más daño le hace a sus rivales, la selección de Domenech quedó un buen rato a merced del campeón de Europa, que no tenía en el campo a Xavi Hernández, pero sí a Silva, Cesc e Iniesta y hasta se deshizo temblorosa en defensa cuando España enseñó las uñas. Tanto es así que al filo del descanso, los aficionados hicieron correr como reguero de pólvora un grito “¡Domenech, dimisión; Domenech, dimisión!” que se convirtió en un clamor tras hacer segundos antes de los 45 primeros minutos reglamentados Sergio Ramos el segundo de España, tras un largo ataque que antes de concluir ya había abierto las carnes de los jugadores franceses en canal.

España afrontó la segunda mitad con una cómoda ventaja. Francia, con la necesidad de reducirla, lo que, a su vez, podía causar más problemas de los que hasta esos momentos había causado el equipo galo, porque había que contar con que al juego que hasta entonces no habían podido mostrar añadieran un componente emotivo. La grada le pedía mucho más a la tricolor, que pisó el embrague, pero crispada siempre ante su inferior de construcción en el centro, la urgencia por encontrar algún camino hacia el gol y la tensión de los aficionados, que abroncaron, como señal de enganche de dichas protestas, a Henry, el capitán, cuando fue sustituido por Gouvou. Antes que eso, Del Bosque había dado entrada a Albiol, Xavi y Torres, y no mucho más tarde a Senna y Navas, sin que ello se materializara en el marcador, aunque Francia pusiera mucho más nervio, no traducido en riesgos para Casillas, perfectamente protegido por sus defensas una y otra vez.

El último tramo del encuentro se consumió entre las protestas del público francés cada vez que Domenech ordenaba un cambio, una ligera mejoría en el fútbol de Francia, nunca bien rematada, es verdad, pero esperable, por otro lado, y una España, decidida a mantener el resultado y dar ocasión a que Torres y Navas pudiera aprovechar algún contragolpe. No hubo demasiadas ocasiones para ello (el mejor lo tuvo Navas, con un disparo que rozó el poste izquierdo de Lloris) por la emocionada insistencia de los blancos, que tuvieron su mejor ocasión de gol a los 80 minutos cuando Malouda estrelló el balón en el poste derecho de Casillas tras un centro desde la derecha. Durante algunos minutos la tricolor del duramente contestado Domenech rozó el acercamiento en el marcador a España, pero nunca con el suficiente empaque como para hacer peligrar un triunfo histórico que hizo directamente felices a miles de españoles que desafiaron una noche de perros para encontrarse con el equipo con el que soñaban y que en el Stade de France volvió a demostrar su enorme jerarquía, ésa que le tiene donde le tiene, que le hace ser lo que es, porque, les aseguro, ganar a Francia no es fácil. Nunca ha sido fácil. Y no volverá a serlo. Aunque esta noche, en el “banlieu” de Saint Denis se haya clavado la pica de un equipo que hace historia. Porque la historia, la grande, se consigue venciendo, una vez más, en campos de batalla tan históricamente difíciles como los de Francia.

Alineación de la Selección Francesa: Lloris, Sagna, Ciani, Escudé, Evra, Diarra, Gourcuff, Toulalan, Ribéry, Anelka, Henry.

Entrenador: Raymond Domenech

Alineación de la Selección Española: Casillas, Ramos, Piqué, Puyol, Arbeloa, Busquets, Silva, Cesc, X.Alonso, Iniesta y Villa.

Entrenador: Vicente del Bosque

Árbitro: Thompson, Craig (Escocia)

RFEF

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